La elección del seis de junio

Un nivel de participación del 52.6% de la lista nominal de electores, se registró en la elección intermedia del domingo seis de junio, en la que no obstante este umbral de votación que rebasó el antecedente anterior inmediato, sigue siendo muy significativo el abstencionismo ciudadano, en esta ocasión de alrededor del 47%.

Durante la jornada electoral se eligieron a los diputados federales, a 15 gobernadores, a los congresos locales en 30 estados, a 1,926 presidencias municipales y, a las 16 alcaldías de la Ciudad de México. De acuerdo aún con cifras preliminares del INE, sobre los resultados cabe hacer los comentarios siguientes: En cuanto a la Cámara de Diputados, Morena obtuvo la mayoría de votos, de modo que tendrá legisladores en un rango de entre 190 y 203 de los 500; seguido del PAN cuyo margen oscilará entre 106 y 117; el PRI tendrá entre 63 y 75; el PVEM entre 40 y 48; el PT entre 35 y 41; Movimiento Ciudadano entre 20 y 27; finalmente el PRD entre 12 y 21.

Los otros tres partidos de reciente fundación y los independientes, no alcanzaron representación dada su exigua votación. En lo que hace a las gubernaturas, Morena ganó 12 de las 15 en disputa, Movimiento Ciudadano una al igual que el PAN, mientras que a San Luis Potosí lo gobernará la alianza del PT y el PVEM, con un candidato del que se han especulado vínculos con la delincuencia organizada, sin que hasta el momento se hayan comprobado.

Focalizando a Tamaulipas, cabe registrar que para el congreso local, Morena ganó 16 de las 22 curules disponibles por el principio de mayoría relativa, de tal forma que para la siguiente legislatura habrá en la entidad federativa la figura del gobierno dividido, es decir, que el partido político en el ejecutivo estatal, en este caso del PAN, no tendrá mayoría en el poder legislativo, que ahora la tendrá Morena; lo cual en términos de contrapesos, característica propia de la democracia, es sano, pues obliga a los actores políticos a la conciliación de intereses. Algo similar le pasará a Morena en la Cámara de Diputados, pues cuando pretenda emprender reformas constitucionales, tendrá que conciliar para construir una mayoría calificada, que las elecciones por mandato constitucional no otorgan.

Sobre las alcaldías en Tamaulipas, si bien el PAN ganó la mayoría de las 43 en disputa, las más pobladas y con mayor desarrollo social las ha ganado Morena, incluida la capital de la entidad; lo cual expresa un cambio importante en cuanto a la tendencia del voto, que obligará a los dos principales partidos a replantear sus estrategias y acciones: uno para gobernar y el otro para asumir el papel de oposición constructiva.

En general cabe destacar que se vivió una jornada cívica pacífica, tanto a nivel federal como en lo local, lo que constituye un aliciente significativo para seguir por el sendero de la democracia electoral, dado que veníamos de un escenario de polarización y de violencia, pues no se puede dejar de señalar que en este proceso electoral, al menos 35 contendientes fueron asesinados, además de los múltiples atentados que sufrieron varias candidatas y candidatos, en distintas regiones del país.

Asimismo, hay que insistir en que uno de los grandes desafíos para partidos políticos, candidatos y para el sistema electoral en su conjunto, es el alto abstencionismo, pues ello significa que para cerca de la mitad de los potenciales electores, la democracia electoral no representa la vía para resolver sus problemas ni para expresar sus opiniones.

Este fenómeno revela un problema de legitimidad, es decir, de credibilidad, de confianza y de aceptación por parte de la ciudadanía, que el sistema político nacional debe resolver para bien de todos.

De tal forma que es imprescindible que la clase política asuma este reto y se comprometa a ir resolviéndolo, consultando y aceptando las propuestas de la ciudadanía y de las organizaciones autónomas; lo cual irremisiblemente pasa por debatir y resolver el problema de la baja representatividad de los candidatos y, de la escasa capacidad de la ciudadanía para decidir quién quiere que le represente; lo que por cierto la tergiversada figura de los candidatos independientes, por parte de los propios partidos políticos, no ha contribuido a resolver.

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