Femimoda No

En Boca de Todos

Por Guadalupe Escobedo Conde

 

                                                           Femimoda No

 

El periodismo con visión de género se ejerce diariamente, la lucha por la eliminación de la violencia hacia la mujer es una causa de todos los días, el activismo social por la igualdad de género es una constante de todos los tiempos; ahora que en redes sociales todo mundo se asume feminista, hoy que con fotos, memes y frases emotivas todos se etiquetan como defensores de los derechos de las mujeres, es preciso hacer algunas precisiones.

 

El feminismo, como la define la RAE es el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre; es un movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo. Es entonces una actitud activa, de tiempo completo, que compromete al ser para poder detectar, denunciar, frenar, subsanar y aniquilar cualquier tipo de violencia hacia la mujer. Por principio es una condición personal, para ser perceptivos sobre nuestras propias conductas y las de nuestros entornos cercanos. El primer núcleo social, la familia, luego nuestros grupos colectivos, la escuela, el trabajo, espacios públicos, instituciones, gobiernos.

 

Las naciones del mundo, definen como violencia contra la mujer “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada”. Hoy se reconoce que la mitad de la población femenil del planeta está expuesta a ser violentada a lo largo de su vida; en México la cifra actual del INEGI indica que el 43.9 por ciento de las mexicanas ha sufrido insultos, amenazas, acoso, y ofensas psicológicas o emocionales, que son el primer paso para llegar al feminicidio. En Tamaulipas, cerca del 60 por ciento de las mujeres mayores de 15 años, registran al menos un acto de violencia en su contra.

 

Hoy se nos recuerda que a nivel global 1 de cada 3 mujeres sufre violencia física o sexual, principalmente de su compañero sentimental, de quien espera amor y respeto. En más datos alarmantes, se describe que solo la mitad de las mujeres casadas o que viven en pareja deciden sobre sus relaciones sexuales; que al menos 200 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a la mutilación genital; que 1 de cada 2 mujeres asesinadas fue asesinada por su compañero sentimental o un familiar; y que el 71 por ciento de las víctimas de trata son mujeres y niñas.

 

La violencia contra la mujer incapacita a trabajadoras en edad reproductiva, es un problema tan alarmante como el cáncer y es un tema de salud más grave que los accidentes de tránsito y la malaria combinado, relatan los organismos internacionales.

 

Ser feminista no es una moda, no está “in” etiquetar a todas con el #MeToo #NiUnaMenos #VivasLasQueremos o #Feminicidio sin saber siquiera que causa se está apoyando. Tampoco aporta la interacción banal desde el cómodo sofá y con celular en mano, como testigos mudos, de un cambio que urge.  

 

Hoy propongo un ya basta a la simulación, a los candiles de la calle, a las y los simuladores que parece que luchan por la igualdad, pero dentro de sus hogares aceptan las desigualdades y siguen inculcando marcadas diferencias a las futuras generaciones; dejen de lucrar con el feminismo; paren ya los acosadores, que piensan que su mamacita es una santa, pero las otras mujeres pueden ser violentadas con ocurrencias disfrazadas de inocentadas; detengan a los misóginos que con un piropo de “corazón corazoncito” buscan hacerse los graciosos para frenar preguntas incomodas al poder.

 

Para detener a la violencia en cualquier de sus manifestaciones, es preciso empezar con uno mismo.

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