Por Guadalupe Escobedo Conde
Enteradas que la pandemia no se irá, que deben aprender a convivir con el virus, aceptar la nueva normalidad y aplicar, de forma permanente, los protocolos sanitarios que llegaron hace un año y nueve meses, las mujeres siguen enfrentando grandes retos que derivan en afectaciones a su economía y salud física y mental.
Aunque para muchos el “quédate en casa” se ha flexibilizado y pueden retomar la vida social activa, con el pretexto de la economía y la política, las mujeres siguen estando relegadas y obligadas a mantenerse en confinamiento.
Más de 54 millones de mujeres en el mundo perdieron sus empleos por estar en los sectores de la manufactura y de servicios, los primeros que cerraron y que tardaran en recuperarse, según cifras de la OIT. Las que han podido conservar el sueldo y tuvieron la oportunidad de hacer el teletrabajo, debieron aprender a sortear las actividades públicas y privadas, convirtiendo su sala en oficina, el comedor en aula y la recamara en área de cuidados a enfermos, ancianos o niños, todo sin desatender la cocina y exagerando la pulcritud para cerrar el paso al contagio.
El INEGI, nos cuenta que 6 de cada 10 mujeres en el país están encargadas de las labores domésticas y el cuidado de infantes, adultos mayores y enfermos. Este panorama no ha cambiado, aunque el movimiento comercial y social se esté reactivando.
En el conversatorio “Covid-19 teletrabajo y cuidados: experiencias y desafíos para la autonomía femenina” organizado recientemente por el Instituto de Investigaciones Económicas, de la muy vapuleada (por el presidente) UNAM, mujeres científicas, antropólogas, investigadoras y académicas actualizaron los datos sobre este tema y dieron más cifras como las del Banco Interamericano de Desarrollo que confirman que el 74 por ciento de las madres dan seguimiento a la educación a distancia de sus hijos, mientras que los padres solo 4.8 por ciento están al tanto.
A las labores extras de las mujeres, se añade el contexto violento que muchas están aguantando, que superó la cifra estimada por la ONU, que avizoraba un 40 por ciento de incremento en violencia doméstica, en algunos países como México escalaron a más de 60 por ciento las agresiones intrafamiliares y ellas siguen ahí, sin redes de apoyo o estrategias que las liberen de esos entornos malditos.
El encerramiento extendido, está haciendo más mella en las mujeres, y todo vuelve a la “normalidad”, las actividades públicas y políticas nos dicen que aquí en México, todo sigue igual, como antes. Un país misógino, machista, violento con las mujeres y un presidente que se vanagloria de su popularidad.
Justo se da a conocer que López Obrador se mantiene en segundo lugar de popularidad entre líderes del mundo, según un listado internacional del “Financial Times”, el año pasado le mencionaron en primer lugar, ahora en segundo, con un 65 por ciento de aprobación, solo por debajo del primer ministro de la India. ¿Encuestarían solo a los hombres? Porque las mujeres están al borde de un ataque de nervios y su presidente no las quiere defender, ni si quiera de los usos y costumbres que las denigran.