El ruido, contaminante que atenta a la salud auditiva

El ruido está catalogado por la Organización Mundial de la Salud como el contaminante más compartido en el mundo, la segunda mayor amenaza ambiental para la salud de las personas y sin embargo es el menos atendido. Remotas sociedades ya se habían percatado de que el ruido produce sordera y otro tipo de trastornos: los sibaritas, 600 años antes de nuestra era, prohibían el martillado de metales dentro de sus centros de población.

México ha adoptado las normas de exposición de la Occupational Safety and Health Autority de Estados Unidos, no obstante en la capital de nuestro país, la cifra está 20 puntos por encima de los 65 decibeles que la Organización Mundial de la Salud establece como límite en este campo. De acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Investigadores del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, trabajan en proyectos que buscan definir la relación entre estrés, ruido y salud, a través del estudio de hábitos de vida y concentraciones de cortisol en saliva.

Para el estudio, se tomaron muestras periódicas de saliva de 30 hombres en edades productivas, los participantes se han sometido a un ambiente con niveles de ruido que superan los 85 decibeles por al menos ocho horas diarias, durante un periodo de cinco años o más. Los resultados de estos individuos fueron comparados con las muestras de quienes laboran en zonas de poco ruido, que no superan los 65 decibeles durante el día.

El doctor Everardo Camacho Gutiérrez investigador a cargo, mencionó que el ruido aumenta el nivel de cortisol en saliva. Esta es una hormona de todo un eje de reacción biológica; se ha demostrado en otras investigaciones que cuando el nivel de cortisol es alto, el sistema inmunológico se inhibe y deja de operar de manera efectiva, lo cual genera que cualquier virus o bacteria ataque y que, por lo tanto, la persona sea más susceptible a enfermedades bajo condiciones de estrés.

En tanto, la investigación en la parte cualitativa arrojó que estas condiciones también pueden conllevar a depresión y dificultades para conciliar el sueño. Los expertos piden a las autoridades diseñar políticas públicas que permitan encarar la situación, así como establecer medidas más estrictas para la celebración de espectáculos públicos, incrementar la vigilancia sobre los centros de esparcimiento y revisar las normas de construcción.