Por fin llovió

Por fin llovió.

Cinthya Barrón

 

Septiembre se caracteriza por sus lluvias y, a mi parecer, es la parte del verano más bonita porque con las lluvias baja un poco la temperatura y se anuncia la llegada del otoño. En Ciudad Victoria las lluvias de septiembre eran esperadas con mucha ilusión por la mayor parte de los habitantes ya que tuvimos un año con tanta sequía que los mantos acuíferos cercanos reportaban niveles mínimos y nuestra hermosa sierra que abraza a la ciudad ya se estaba pintando de tonos sepia. Eso sin contar con el desabasto de agua potable que tiene en paro a casi toda la ciudad.

Por eso el que llegara la lluvia hizo que todos nos alegráramos, al menos entre mis cercanos todo lo que escuché fueron comentarios de agradecimiento con la naturaleza por este maravilloso regalo de septiembre. Sin embargo, con cada lluvia y cada temporada de aguaceros se dejan ver los defectos que tanto Obras Públicas como en educación vial y ecológica tenemos los ciudadanos.

El caso más común son los múltiples encharcamientos que se registran en toda la ciudad, estas lagunas que una vez pasados los chaparrones se convierten en criaderos de mosquitos. Y ni hablar de la reciente remodelación de la Avenida Francisco I. Madero que con estas lluvias dejó ver la falta de una ingeniería civil que tomara en cuenta las temporadas de aguaceros, que aunque son escasas en Victoria, cuando llegan se instalan por más de una semana.

Todo lo anterior se le puede adjudicar a Obras Públicas y enojarnos y exigir mejoras porque para eso están los servidores públicos a cargo, pero ¿qué pasa con la parte que nos toca para hacer llevadera la temporada de lluvias en la ciudad?

Me refiero a las inmensas cantidades de basura que se acumulan en la calle y que tapan las alcantarillas y coladeras. Es muy triste ver que con cada lluvia se deja en evidencia las enormes cantidades de basura que la gente tira en la calle. Y no es un problema menor porque es preocupante pensar que lo que vemos en las calles es una cantidad mínima con respecto a todo lo que se va al mar. Al respecto me parece curioso que nos preocupemos tanto por unos popotes de plástico y no veamos que es solo uno de los tantos desechos que se pueden evitar con el uso de recipientes reutilizables.

Por último, y no menos importante, está la falta de cultura vial en esta temporada. Cada año me pregunto ¿Por qué las personas entran en una especie de desesperación al volante cada que llueve? Lo digo como peatón, ciclista y conductor. En esta temporada se registran accidentes que se pueden evitar con una medida muy sencilla: bajar la velocidad. Si las calles de la ciudad presentan problemas de encharcamientos, baches y cúmulos de basura sería lógico que el conductor tuviera más cuidado. Pero tal parece los dueños de automóviles solo tienen algo en mente: ganar el paso y llegar primero.

Las lluvias que se han registrado en la última semana en la capital tamaulipeca son el mejor regalo de la naturaleza en meses. Han refrescado los días y regresado la vida a los jardines de la ciudad. La lluvia es para agradecer y disfrutar, pero también para pensar que tanto Obras Públicas como los ciudadanos podemos hacer de esta ciudad un mejor espacio para habitar y transitar, sea la época del año que sea.

 

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