Por Guadalupe Escobedo Conde
Tronaron cuetes después de las fiestas patrias y con la cruda realidad del día después del Grito de Independencia, se presentó otro espectáculo mediático, esta vez con la participación de los que son juez y parte de la vida política y social, elite del país, se juntaron con académicos, científicos, poetas, escritores, presentadores de noticias, locutoras y estrellas del firmamento artístico mexicano para desplegar sus letras y acusar de represor de la libertad de expresión y la democracia al presidente que casi todas las mañanas los ningunea.
El ejercicio periodístico en México siempre ha sido un oficio del alto riesgo y registra en la historia mucha sangre derramada sin razón, por la defensa de las ideas, la palabra y la exposición de sucesos que no le gustan al poder, pero lo que expresan los abajo firmantes del desplegado titulado “En defensa de la libertad de expresión” es otra cosa.
En el mes de agosto, la Oficina en México del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos pidió una investigación exhaustiva del asesinato de un periodista en el estado de Guerrero, quien desde el 2015 estaba cuidado por el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas; la oficina de Bachelet ha pedido al gobierno de México, más de una vez, la adopción de medidas de protección para los periodistas, abordar las causas estructurales del riesgo y propiciar un clima seguro para el ejercicio periodístico.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos también aboga por los comunicadores y pide al presidente López Obrador que respete el trabajo de la prensa, “en especial cuando los periodistas le hacen preguntas incómodas”
“Es muy positivo que un Presidente haga conferencias de prensa y responda a todas las preguntas de la prensa, pero también implica reconocer el rol de la prensa y no enojarse de pronto con una pregunta que no le gusta al funcionario”, ha dicho el relator especial para la libertad de expresión de la CIDH, Edison Lanza. Además, considera que las mujeres periodistas asumen doble riesgo ante la violencia, por ejercer su profesión y por su género. “Hay una serie de riesgos específicos adicionales que enfrentan y además desafían obviamente estereotipos machistas que reprueban la participación de las mujeres en los espacios públicos”.
Son muchas las penurias que el verdadero trabajador de los medios debe pasar para defender su tribuna, pluma o voz con rigor periodístico, además de sortear la violencia debe adaptarse a la desventaja salarial, es un oficio de puro amor al arte.
Así que, hay mucho trecho de ahí, a los problemas que agobian a los 650 señores y señoras que se victimizan como los odiados por el presidente. Efectivamente los descalifica cada vez que los tiene en mente, les hace bullying y lo peor es que los ha sacado de sus negocios, como dice Julio Astillero, antes eran “beneficiarios del erario público” “promocionaban las ideas a beneficio de los políticos en turno” de ahí también que se les adjudiquen los adjetivos de “prensa vendida” o “periodismo chayotero”.
Todos los firmantes hablan de cómo les va hoy en la feria, pero desde la comodidad que les da el privilegio alcanzado con los cotos de poder, de esos tantos, muchos son cuestionados por su misoginia y machismo, y en su cartita, los comodinos, hasta mencionan las causas feministas, sólo para hacerse notar.
Lo único que consiguieron, esta vez, los 650 firmantes del desplegado a la nación, que son los mismos del frustrado “BOA” fue más pantalla en la mañanera, echarle más leña al fuego a un país polarizado, dividido y angustiado por un presidente que no sabe manejar ni siquiera su imagen pública.
La relación del presidente con esa clase de prensa inició mal, y muy seguramente así seguirá, pero no debe ser una situación que tense a todos, son casi como un matrimonio mal avenido, pero que mantendrá relaciones por conveniencia, ninguno se va ir a otro país, y el presidente que se dice necio, no cambia.