En los últimos años han operado varios programas sociales en el país, pero sin coordinación entre ellos.
Estos programas implementados por el gobierno federal, están enfocados en abatir las carencias sociales y son considerados prioritarios para cumplir con ese objetivo, pero carecen de éxito, traduciéndose en un gasto millonario. Esta ineficacia tiene repercusiones en la medición de pobreza, lamenta Germán Salazar líder del cuerpo académico de la Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo Humano de la UAT.
“Si hoy en día las partidas gubernamentales para la pobreza están creciendo mucho, respecto a sus precedentes, entonces hay un gasto importante pero que no están llegando a los lugares donde más se requiere, esto indudablemente tiene un tinte político”, reiteró.
Por su parte Guillermina de la Cruz Jiménez dijo que en una de las tantas investigaciones que ha realizado el Cuerpo Académico, tuvieron la experiencia con personas que eran beneficiadas por apoyos de alimentos, que no le daban el uso adecuado, por falta de orientación y sobre todo de seguimiento por parte de las autoridades en estos programas.
“Una experiencia que tuvimos hay beneficios de alimentos como la soya, en una investigación que se hizo hace tiempo, nos tocó ver que por ejemplo la soya se la repartían a los animales, ahí son puntos medulares llevar el seguimiento de que realmente los apoyos se están utilizando para lo que es”, comentó.
Los académicos recomiendan que para que un programa tenga éxito, se debe hacer un análisis exhaustivo, evaluando las necesidades de una comunidad, sector o región y que las instituciones encargadas de liderar estos programas, a tener un acercamiento con la academia tomando en cuentas las diferentes investigaciones que se realizan encaminadas al bienestar humano social y comunitario.