El día de Muertos es una antiquísima festividad de los pueblos originarios de Mesoamérica, que bajo una cosmovisión constituía un reconocimiento a quienes habían retornado al vientre universal y, de esa forma, habían contribuido a la reproducción del ciclo de la vida.
Cada cultura desarrolló su propia celebración en calidad de culto a los antepasados, llenándola de variadas significaciones, rituales y mitos; entre estas culturas destacan la mexica, la maya, la zapoteca y la mixteca; pero en todas prevaleció el sentido de festividad ante la muerte.
Cabe subrayar que la morada de la esencia de quienes fallecían, estaba supeditada a la edad y a la forma como habían perecido.
De modo que estas tradiciones estaban muy distantes de la conmemoración hispana, que impondrían los colonizadores a los pueblos conquistados, la cual se basaba en el sentido moral del pecado y, por ende, en la lógica del premio o castigo, representados con el paraíso y el infierno; destinos a los que iban los difuntos dependiendo de su conducta terrenal, que era evaluada por un Dios con base esencialmente, en la fidelidad del difunto al dogma del catolicismo y a su moral.
Cabe sintetizar que para el pensamiento occidental, influenciado por el cristianismo, la muerte ha sido concebida de manera negativa, como algo indeseable que genera temor y frustración; mientras las civilizaciones prehispánicas, le dieron un sentido opuesto, e incluso le otorgaron un valor inconmensurable, creando mitos en los que a todos los difuntos le aguardaba un destino loable.
Del sincretismo de estas dos lógicas para entender a la muerte, a la fecha pervive la tradición del día de Muertos, donde se combinan los variados rituales y ofrendas prehispánicas, con las connotaciones eminentemente religiosas y de duelo del cristianismo, que en estos dos días se puede observar en todo el territorio nacional, así como en el centro y sur del continente Americano.
Es de tal magnitud el valor de la tradición prehispánica sobre la muerte, que en el 2008, la celebración del día de Muertos en México fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), como patrimonio oral e intangible de la humanidad; pues constituye un factor de identidad cultural y social.
Es importante registrar que la muerte ha sido materia prima del arte universal, particularmente de la pintura y de la literatura, con vastos ejemplos; en el primer caso, una referencia obligada son las Catrinas del grabador mexicano José Guadalupe Posada, mediante las cuales satirizaba a la sociedad de su época, conformando una destacada crítica política y social al conservadurismo, prevaleciente a finales del siglo XIX.
En el ámbito de la literatura, es obligado aludir a la magistral reflexión del portugués José Saramago, quien en su libro Las intermitencias de la Muerte, narra de manera promisoria, como una comunidad pasa de la algarabía ante la ausencia de muertes durante un periodo prolongado, a la desesperación ante el caos generalizado que dicha ausencia va generando. Sigamos disfrutando de esta gran festividad mexicana, que nos enaltece ante el mundo.