Dejen de besarnos

Por Guadalupe Escobedo Conde

 

A raíz de la pandemia, por el uso obligatorio del cubre bocas y la sana distancia que sugieren los galenos para evitar más contagios y muertes por Covid19, además del confinamiento a casa, la tele trabajo y la educación a distancia, se ha puesto en pausa la muy mala costumbre de beso social de hombres a mujeres. En este tiempo, un par de ocasiones me he referido en este espacio a la incomodidad que hemos sido sometidas por años, al tener que dejarnos rozar la mejilla por cualquier masculino, un candidato, político, artista, un jefe, compañero o amigo.

 

Retomo el tema, a raíz de una publicación de este fin de semana en El País, de la columnista Nuria Labari titulada “Dejad de besar a las mujeres”, y comienza apuntando que el machismo sigue vigente en el trabajo, en todos los trabajos y contra todas las mujeres.

 

La periodista refiere la cita de la escritora y también periodista, Laura Alzola, que en días pasados soltó un tuit que ha acumulado más de 34 mil likes, ha sido compartido más de 5 mil 500 veces y provocó un hilo con más de mil cien comentarios, logrando que “una inocente cerilla ilumine una problema oscuro y profundo”.

 

El tuit de referencia es sencillo y contundente “Que no vuelvan los besos a las mujeres en el ámbito profesional, por favor”. Lo replique el mismo día que fue lanzando, el 5 de octubre y mi registro indica que en mi cuenta se ha visto 78 veces, tras replicar la columna a la que hago aquí referencia, veo que ya suma más de 60 vistas, sin embargo, en ambos casos, las personas que vieron los mensajes no están empatizaron con el tema como para compartirlo, lo dejan en visto, no es materia de viralización ni de réplica.

 

Y en el hilo que formaron las españolas, me doy cuenta que quienes más sostuvieron la conversación son las mujeres, y no es raro, ya que al parecer los masculinos no están muy contentos con esta idea. “Saludar a las mujeres de beso y a los hombres con un apretón de manos es una forma de subrayar el género por encima del cargo o del criterio profesional en el entorno laboral” apuntan en el texto y en este mismo sentido debemos recordar que esta es otra forma de menospreciar a las mujeres por el hecho de serlo. No es cortesía, es humillación.

 

Con el activismo feminista se puede llegar a pensar que ya hemos avanzado y que en los espacios laborales prevalece la igualdad, pero está obsoleta regla social de dar el ósculo a las mujeres, es otra forma de arraigar el machismo, en cualquier espacio público.

 

Los besos que incomodan y humillan los hemos recibido por cientos en todos lados, lo mismo de un Gobernador con sombrero, que, de un artista como Vicente Fernández o Lalo Mora, de un maestro o compañero de salón, también de un desconocido político, un jefe o cualquier hijo de vecino que se arrima sin el menor recato, por el poder que le confiere el machismo.

 

Nadie sabe nada hasta hoy sobre cómo surgió la práctica, pero si se reconoce que el patriarcado arraiga lo que convenientemente somete a ellas y empodera a ellos. Y ya va siendo hora de que dejen de besarnos.

 

 

 

 

 

 

 

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