El combate contra el cambio climático y sus perniciosos efectos para los seres vivos, tiene en las principales empresas transnacionales y en los gobiernos donde residen sus corporativos, a los principales obstáculos, sobresaliendo el gobierno norteamericano encabezado por el empresario Donald Trump, quien sigue tomando el tema de manera ligera e irresponsable.
Las catástrofes ocasionadas por fenómenos naturales extremos son cada vez más frecuentes y, como no podría ser de otra manera, las principales afectadas son las poblaciones más pobres, quienes ocupan espacios de alto riesgo adosados de exclusión y miseria.
A pesar de las reticencias de grandes empresarios y de gobiernos como el norteamericano, el chino y el brasileño entre otros, a reconocer la existencia del cambio climático y asumir que es un efecto de la acción humana, innumerables estudiosos han documentado y comprobado de manera científica, la existencia de una amenaza real para la sobrevivencia de la propia especie humana, causada por la emisión de gases de efecto invernadero, la deforestación, la sobre explotación de los mantos acuíferos, la ruptura de los ciclos hídricos, así como por la contaminación del líquido vital, sin olvidar la generación de enormes cantidades de basura.
Para hacer frente a este desafío mundial en el que nos ha colocado el actual modelo de crecimiento y acumulación capitalista, durante la sesión plenaria de la Asamblea General de Naciones Unidas se ha organizado la Cumbre sobre la Acción Climática, dado que los acuerdos establecidos en Paris en 2015 han resultado insuficientes para frenar el incremento de la temperatura global, además de que han sido desatendidos por varios de los países miembros; en cuyo marco cabe destacar la reiterada amenaza del gobierno norteamericano de retirarse del Acuerdo de Paris.
Ante ese escenario mundial nada halagüeño, es urgente dar un giro hacia la energía renovable, solar y eólica; abaratarla para hacerla accesible al común de la población; que deje de ser un negocio altamente redituable para unos cuantos, para convertirse en una política de Estado.
En la materialización de esta iniciativa seguirán jugando un papel central las y los activistas organizados a favor del medio ambiente, pues gracias a ellas y ellos muchos gobiernos se han visto obligados a poner atención en este problema.
Háganos en México lo que nos corresponde, pues más allá de ideologías, filias y fobias, lo que está en juego es el lugar que podremos habitar.