En Boca de Todos
Por Guadalupe Escobedo Conde
Violentadas y violentas
Un grupo minoritario de mujeres volvió a llamar la atención mediática por la estridencia de su marcha, destrozos de monumentos, pintas y agresiones hacia los hombres fueron las imágenes que robaron cámara en la CDMX. Sin embargo en nuestro país más de 20 marchas feministas se desarrollaron en forma pacífica, miles de mujeres salieron en silencio en sus ciudades para reclamar por sus derechos humanos. Al igual que en Chile, donde el foco se ubicó sobre las danzas femeninas con versos contra la impunidad, aquí se escenificaron protestas encomiables para honrar a las muertas y pedir respeto para las vivas.
Veladas silenciosas, a luz de las velas, cruces rosas y plegarias por las que ya no están.
En las lecciones del día después del 25 de noviembre, abruman los medios peleados con el gobierno que usan a las mujeres violentas para arremeter contra el régimen; son falsos, no están defendiendo la causa, solo remarcando su desacuerdo con el mandato que no les de tregua para la solvencia añorada.
Preocupan las miles de mujeres violentadas, que con tragedias a cuestas imploran justicia, se acompañan entre ellas para buscar visibilizar el sufrimiento por las desapariciones y el feminicidio ante la inacción del Estado, una autoridad insensible, una sociedad que las compadece pero enmudece y voltea hacia cosas superfluas.
Las violentadas y las violentas, comparten el mismo terreno en una nación que se ubica en primer lugar de feminicidios a nivel Latinoamérica, una nación que no remedia ningún daño, una nación que se sume en la repartición de culpas y se mantiene inerte. Hasta otra fecha, otra conmemoración y otra tragedia.
Politizado el efecto colectivo del feminismo, polarizados los medios y las redes, la sociedad queda divida, se vuelve juez y no quiere ser parte de la solución del problema.
Recordemos que la violencia hacia la mujer se expresa de muchas maneras, desde un acoso callejero, abuso laboral, una relación intimidatoria, una burla o humillación, un chantaje, un engaño, un rose, el primer golpe, hasta llegar al abuso sexual, la violación o el feminicidio. Tan disímbola es la violencia de género, como las formas de activación para detenerla.
Ubiquémonos del lado de ambos bandos, de una vez y por todas las mujeres, pongámonos en sus zapatos, lo mismo da si son zapatillas de tacón o botas de minero, si están de sandalias o descalzas, sí protestan o se mantienen calladas, si se reconocen violentadas, si la vida las ha hecho violentas o como muchas normalizan su propia violencia.
En Boca Cerrada
Celebro la vida mía en coincidencia de vida con Ulises, hoy es nuestro 20 aniversario de bodas ¡Cuánto me debía la vida que contigo me pago! Gracias siempre.