Cientos de cubanos salieron a las calles el pasado domingo, en una manifestación que comenzó en San Antonio de los Baños en la provincia de Artemisa, y que registró replicas desde la Habana hasta Santiago, de gente molesta luego de meses de crisis, restricciones por la pandemia y ante la presunta negligencia del gobierno de Miguel Díaz-Canel, quien paralelamente llamó a los simpatizantes de la revolución cubana a salir a las calles a defenderla, al tiempo que responsabilizó al gobierno norteamericano de un intento más por desestabilizar a la isla caribeña.
El hecho no se puede desligar de lo acontecido el pasado 23 de junio en Naciones Unidas, cuando fue emitida una nueva resolución del organismo multilateral en contra del bloqueo del gobierno norteamericano a la isla, la cual se suma a las 28 resoluciones que se han adoptado anualmente desde 1992, cuando la Asamblea General del organismo empezó a votar sobre la cuestión.
Ese miércoles Naciones Unidas votó de forma abrumadora contra el bloqueo económico de Estados Unidos a Cuba y, como cada año, exigió que se ponga fin a las medidas coercitivas unilaterales.
La resolución de rechazo al embargo a Cuba obtuvo esta vez 184 votos a favor, dos en contra, de Estados Unidos y de Israel, su aliado militar en medio oriente, así como tres abstenciones, de Colombia, Brasil y Ucrania. Con los votos de Colombia y Brasil se fracturó por segunda vez la posición unánime de los países de América Latina y el Caribe de apoyo a Cuba; cabe recordar que la primera fue cuando Colombia se abstuvo y Brasil votó en contra, durante la sesión pasada sobre el tema en noviembre del 2019.
En el 2020 ante el contexto de pandemia, no se realizó la votación al respecto. En palabras del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, el bloqueo constituye una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos del pueblo cubano, en tanto citando a la Convención de Ginebra de 1948, el diplomático agregó que el bloqueo constituye un acto de genocidio. Según las estimaciones del funcionario cubano, de abril del 2019 a diciembre del 2020, el bloqueo derivó daños por 9,157 millones de dólares y, en el último lustro las pérdidas superaron los 17,000 millones de dólares.
Los daños acumulados a Cuba en las seis décadas de bloqueo, ascienden a 147,853 millones de dólares. El bloqueo a Cuba ha significado que la isla vea truncados los lazos comerciales y financieros con el resto del mundo; a lo cual hay que sumar que en la actualidad son al menos dos, los problemas específicos a los que se ha referido el presidente cubano: el energético, que impacta directamente en el servicio eléctrico en los hogares y, el de los medicamentos, en un escenario de pandemia en el cual han aumentado los enfermos y, por tanto, el consumo de medicinas; no obstante que especialistas de la isla han desarrollado una vacuna para combatir al Covid-19.
El histórico bloqueo económico del imperio norteamericano a Cuba, por ser ésta el único contrapeso efectivo a sus designios en la región, resulta un anacronismo insostenible, por una nación que se jacta de defender la democracia y los derechos humanos.
Es una larguísima guerra perdida, que no quiere asumir el gobierno de la vecina potencia. El bloqueo es excesivamente dañino para el pueblo cubano; cuyo rechazo en Naciones Unidas también histórico, pone en evidencia la necesidad de replantear a este organismo mundial, pues de poco sirve que cientos de gobiernos se opongan a las políticas imperialistas de la potencia mundial, si ésta decide ignorarlos y seguirles chantajeando para que no impulsen otras acciones, violando flagrantemente la voluntad de los pueblo que esos gobiernos representan.
Más allá de si se está a favor o en contra del gobierno cubano, el gobierno mexicano debe promover un amplio pronunciamiento de los mandatarios de la región latinoamericana, de rechazó tajante al bloqueo norteamericano a la isla, que para el pueblo cubano sigue representando una literal asfixia, insoportable por más tiempo. Es una cuestión de humanidad.