Un día normal

Por Guadalupe Escobedo Conde

 

Normalizamos tanto la figura de un solo hombre todas las mañanas de estos últimos tres años, que nos hemos acostumbrado al discurso presidencial sin retroalimentación, y este primero de septiembre será un día normal, antes era el día del presidente, fecha en que rendían su informe de labores, recibían a la clase política y a los aplaudidores, se organizaban grandes festines, entrevistas previas y posteriores, y se colmaba la prensa de los ecos del informe. Pero eso hacían los otros, los neoliberales, corruptos, negligentes y ladrones, hoy es diferente, aunque sea un país igual de misógino y machista.

 

En esta nueva normalidad, con la pandemia en medio, lo que veremos y escucharemos hoy es el pan nuestro de cada día, es un acto muy similar al de cualquier día, desde que se instauró la mañanera para el regocijo de un hombre hay diario un informe, a modo, con los datos matizados por su equipo de comunicación, lo que él quiere decir y no lo que queramos o debemos escuchar o saber.

 

Todos los benditos días se dicta la agenda desde el templete de palacio nacional, así que ¿Qué puede ser diferente hoy? Quizás un poco más de protocolo, los himnos, las fotos oficiales, los trajes de ellos y los vestidos sastre o de coctel de ellas, invitados especiales y un ágape austero, con atole y tacos de lengua, me imagino.

 

En este contexto, habrá ayuno de la tradicional mañanera, pero las benditas redes sociales serán desbordadas por los simpatizantes y opositores de la 4T, después de las 10 cuando empiece el tercer informe formal, porque ya van más de cada ocurrencia.

 

Ya habrá tiempo para hacer la glosa, sin embargo, podemos prever que, para la más mitad de la población, que somos las mexicanas, hay muy poco por informar y sí mucho por reconocer, este último año, el gobierno federal debe registrar el incremento de feminicidios, homicidios dolosos y violencia hacia la mujer, también el aumento de la violencia intrafamiliar que se gesta en hogares “fraternos”, la que afecta principalmente a mujeres y niñas.

 

Tal vez no se acepté que cuando inicio este sexenio, que por lo menos ya va a la mitad, se contaban 9 feminicidios diarios, hoy se suman 12, con las cifras oficiales, las colectivas tienen otros datos. Se presumirán grandes acciones en materia de empleo, pero no se reconocerá que es el sector femenino el más golpeado por esta crisis económica, derivada de la crisis de salud.

 

Tampoco se va a mencionar el cierre de centros de atención a la mujer, la cancelación de apoyos a colectivas solidarias con mujeres violentadas, ni se hablará del recorte al presupuesto del Instituto Nacional de la Mujeres, se presumirá, eso sí, el gabinete paritario, la llegada de más políticas a puestos de elección, como si fuese logro presidencial y no una enmienda legislativa emanada de la lucha feminista, y se nos dirá que este gobierno es feminista.

 

Pero no se podrá mentir sobre un acercamiento real y sustantivo a las políticas con equidad de género, porque no existe.

 

¿Qué más esperar, en el recuento de los daños? Pues, que se invisibilice desde el poder central la lucha feminista, como se hace todas las mañanas, que se insista en responsabilizar a las mujeres de toda la carga social y que no se reconozca los atrasos que en materia de género va dejando este gobierno.

 

No, las mujeres no estamos mejor con López Obrador, tampoco lo estábamos antes, pero no es excusa para seguir sosteniendo el sistema político patriarcal que se ostenta desde la figura presidencial.

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