Por Guadalupe Escobedo Conde
Ni peregrinaciones, ni posadas, ni reuniones de generación, menos aglomeraciones en casa. Si queremos salvar la sanidad, debemos dejar para después las festividades de navidad como las conocíamos hasta hoy. Ni regalos, ni abrazos. Será mejor guardar los ímpetus emotivos para mejores años venideros y salvaguardar la salud de los abuelos.
El conmovedor llamado de Ángela Merkel caló hondo en nuestros corazones, más que cualquier decálogo presidencial o imposición oficial, la física, política y canciller alemana, considerada una de las mujeres más poderosas del mundo, reflexionó sobre lo inaceptable de las fiestas de esta temporada, ya que el precio a pagar es muy alto, con más muertos y contagios por Covid 19. Fue un mensaje para su nación que se replicó en todo el mundo por su inusual emotividad, habló de las experiencias dolorosas de este año, de los adelantos científicos, de los cambios sociales y los retos presentes y futuros.
Tajante, pidió más restricciones y convocó a la conciencia social “no puede ser que ahora en navidades tengamos muchos contactos y a continuación sean las últimas navidades con los abuelos porque hemos desperdiciado la oportunidad de hacer algo, duele de verdad en el corazón”.
En México la estrategia para mitigar la pandemia sigue siendo tímida, al libre albedrío del ciudadano, aunque nos encontramos en el peor momento y con alto riesgo de saturar hospitales y elevar por mucho la cifra de defunciones que ya supera las 110 mil a nivel nacional, más de 3 mil 100 en Tamaulipas.
Aquí la familia fraterna que se sigue fomentando desde una gestión federal patriarcal, se interpreta como: amontónense todos en casa de la abuela, de hecho, algunos anuncios oficiales sobre el Aprende en Casa, pide a las abuelas a seguir atendiendo a los niños en su educación en línea. Aquí las tradiciones importan y mucho y no se anima a la comunidad para cambiarlas. Así es más cómodo para el sistema.
La religión que también está arraigada en la psique del mexicano mueve a muchos a rendir culto a la Guadalupana, a riesgo de la propia vida. El buen tino de cerrar los templos en su máxima fiesta, contendrá algo la transmisión del virus, sin embargo, el ritual de visitar las casas, pedir posada y hacer pachanga no lo contiene ninguna débil recomendación pública.
Desde la OMS, nos dicen que la vacuna, que pronto va a llegar, no será para acabar la pandemia o detener la transmisión, esto va a llevar mucho tiempo más, entonces es importante seguir con las medidas individuales, para fortalecer la inmunidad colectiva.
El riesgo de contagio está más latente que nunca, pronto muchos andarán con los aguinaldos en los bolsillos y los comerciantes lo saben e invitan a sus ofertas, la movilidad urbana aumenta y crecerá la propagación del virus.
Contrario a otros países, México tiene en sus gobernantes a puros ejemplos a no seguir, aquí los políticos dicen una cosa y hacen otra, llaman a la ciudadanía a quedarse en casa, pero no son capaces de predicar con el ejemplo. Así que no queda de otra que hacer introspección y escuchar a las más inteligentes, a quienes han llevado a sus países a ser potencia mundial y tienen un mejor manejo de esta crisis sanitaria.
Alemania, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda y Taiwán son los países que mejor han enfrentado la pandemia y tienen en común el liderazgo de las mujeres. ¿Por qué no hay más?
No enfermen a los abuelos, si mueren, ¿Quién cuidará de los nietos?