Repensar la caída de México-Tenochtitlan

El pasado 13 de agosto recordamos una vez más la caída de México-Tenochtitlan acontecida en 1521, frente a un ejército español engrosado por pueblos originarios, particularmente por los Tlaxcaltecas, los Otomíes y los Xochimilcas, que durante muchos años habían sido sometidos por los Mexicas, y que vieron en su alianza con los invasores ibéricos, la posibilidad de librarse de ese dominio.

Si bien es cierto que es impreciso denominar a ese acontecimiento, como la conquista de México, pues no existía la nación mexicana como tal, también lo es que es justo referir a ese hecho histórico, como parte de la resistencia de los pueblos originarios frente al invasor; pues incluso como he mencionado, hubo resistencia de los tlaxcaltecas frente al dominio mexica, aunque a la postre a estos vencedores de aquellas alianzas, se les revertiría el éxito y terminarían engrosando las filas de los conquistados.

Asimismo, cabe precisar que a lo largo de los tres siglos de colonización española, se produjo un fenómeno de mestizaje que en esencia fue de carácter biológico, pues lo que se vivió en los territorios conquistados, sobre todo en las primeras dé

cadas, fue la imposición de una cultura sobre las otras, con el inherente intento de exterminio de todo rasgo de las culturas originarias; lo que afortunadamente para nosotros no se logró del todo. En el marco de la conmemoración del hecho que nos ocupa, actualmente se ha suscitado otra polémica, sobre la conveniencia de renombrar ciertos lugares, como el de la “plaza de la noche triste”, por el “de la noche victoriosa”, asimismo, ante el reclamo de algunos de reivindicar figuras como la de Moctezuma y la de Malinche; todo lo cual tiene sentido si se inscribe en una lógica de resignificación, que nos ayude a entender hechos sociales más que acciones personales.

En esa tesitura es que también toma sentido la solicitud presidencial, de una disculpa pública de la corona española y del Vaticano, ante las masacres y saqueos que fueron cometidos durante el proceso de colonización, como una forma de evidenciar y significar lo sucedido en Mesoamérica, en aras de que la lógica imperialista, aún presente, sea racionalizada y sistemáticamente contrarrestada.

Es imprescindible subrayar que la vida de los pueblos originarios no se detuvo en aquel 1521, sino que durante siglos y hasta nuestros días, ha continuado con un carácter de lucha por el respeto a sus tradiciones, al autogobierno, y a la forma de entender la existencia humana en armonía con el medio ambiente, lo cual trasciende con mucho a los actos oficiales y a las disputas partidistas.

De modo que constituye una desgracia nacional que a la fecha, sigamos teniendo noticias sobre la violación sistemática a los derechos de los pueblos originarios, víctimas de asesinatos impunes y, convertidos en criminales cuando se han visto involucrados en la defensa de sus tierras, frente a proyectos públicos y privados que atentan contra los equilibrios naturales, señaladamente los de la industria minera, heredera de la lógica extractivista de aquella conquista.

Las conmemoraciones de acontecimientos como la caída de México-Tenochtitlan, no deben ser vistas como un fin, ni como arena para las disputas maniqueas entre partidos políticos, sino como grandes oportunidades para la reflexión colectiva, que nos permita retomar las lecciones sobre lo que hicimos o dejamos de hacer, en este caso, para tomar conciencia sobre la necesidad de recuperar el enorme y valioso patrimonio, que nos legaron las culturas prehispánicas, como la Olmeca, la Tolteca o la Maya, en materia de astronomía, medicina herbolaria y matemáticas, entre muchas otras aportaciones para la humanidad.

El imprescindible nuestra reconciliación con lo que orgullosamente fuimos, una gran cuna de civilización mundial, superar de una vez por todas las herencias coloniales profundamente racistas y jerarquizantes, que tanto nos han dividido; pues no nos dañan quienes vienen a sumar, nos han lastimado quienes han venido a saquear y a dividirnos.

Con base en el conocimiento de ese gran pasado precolombino, debemos trabajar a favor de mejores niveles de bienestar social para todos los mexicanos, que tanta falta nos hacen, para poder vivir como una auténtica nación independiente.

What's your reaction?
0cool0bad0lol0sad

Add Your Comment