En Boca de Todos
Por Guadalupe Escobedo Conde
Neta Secretaria, ¿Una mujer presidenta?
“México está preparado para tener una mujer presidenta” ha dicho esta semana la primera mujer en ocupar la Segob, la ex ministra Olga Sánchez Cordero, quien por cierto y por principio, ella misma se descarta, alegando que para la próxima elección federal andaría ya cumpliendo los 78 años y seguramente el cargo que ahora ostenta la dejará desgastada políticamente y cansada físicamente.
Adelantada a los tiempos y como para abrir debate, la funcionaria federal propone como candidatas a correligionarias como Claudia Sheinbaum, actual jefa de gobierno en la CDMX (con mucha presencia en redes sociales a través de los memes) o a Irma Sandoval, titular de la Función Pública (también con mucho ajetreo en internet con su esposo John Ackerman). Aunque también menciona a dos o tres que ya fueron candidatas y se le ocurre podrían estar dispuestas de nuevo.
Seguramente la responsable de la política interior del país trae muy buen humor, luego de escenificar en el legislativo esa estampa de recibir de manos de otra mujer, la diputada Ana Lucía Riojas, un churro de marihuana.
Más allá del chiste, en la historia política se escribe que México ha tenido oportunidad de elegir una mujer para presidenta, pero no se ha logrado, lo han intentado Rosario Ibarra quien fue la primera en competir, luego Cecilia Soto, Marcela Lombardo, Patricia Mercado, Josefina Vázquez Mota, y Margarita Zavala.
Y aunque en esta era, la paridad política ya es obligatoria desde 2014, la cruda realidad insiste en demostrarnos que estas y otras mujeres políticas que buscan cargos de elección popular siguen enfrentando violencia política de género.
En la más reciente elección presidencial, donde resultó electo Andrés Manuel López Obrador, la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales reconoció que la violencia política de género fue parte de las estrategias de campaña, registraron seis carpetas de investigación y cerca de 50 denuncias para atención, pero no se conoció de ningún caso sancionado, lo que deriva en que este tipo de violencia no disminuya, ni se sustente.
La política mexicana es ruda para las mujeres, en cualquier espacio que busquen desenvolverse, en este sexenio la cosa se ha puesto peor pues el mismísimo presidente no ha dado claros ejemplos para desterrar las violencias machistas, ni para empoderar a la mujer en sus programas y acciones de gobierno, ha dejado pendientes temas importantes de políticas con enfoque de género y aun no presenta estrategia detallada para entender como frenará la violencia hacia la mujer.
Por eso, cuando la ex ministra propone a una mujer para presidenta, perece broma de mal gusto. Falta largo camino por transitar en este sexenio y no se ve que el actual gobierno se muestre sensible y feminista.