Por Guadalupe Escobedo Conde
Las benditas redes sociales, para unos, para otros pueden resultar su perdición. En el laberinto de pasiones que se encienden a la menor provocación en la red, se pueden construir o destruir personajes que inciden de manera importante en la vida pública de toda la comunidad. No es juego, ni es cosa de memes la fabricación de políticos a partir de una imagen llamativa que capitalice votos, como tampoco lo es la destrucción del mismo, vía la percepción pública.
Samuel García, no es el único caso que cae en descredito por sus conductas antisociales, los señores de los primeros video-escándalos, los de las ligas, los de las bolsas de papel estraza, los de Las Vegas o el Yate con bailarinas, o están también las mujeres del servicio público que han sido manchadas en su reputación a partir de una filtración, o por una llamada telefónica como la de Elba Esther o Rosario; en política el filtro, la app y las interacciones importan, en este terreno el fondo sigue siendo forma.
En Monterrey sigue en boca de todos y enredado en la red de sus infortunios el Senador que un día tuvo el sueño de ser gobernador, pero luego despertó en medio de una pesadilla, un caso típico de la política mexicana donde no se enloda sólo, salpica a su compañero Luis Donaldo, su partido y va más allá, afectando también su vida personal. “Fui hackeado” explica en defensa propia y desmiente la “fake news” sobre su renuncia al MC y al compadrazgo de su cuate Colosio. Aclaró que este golpe viral proviene de sus adversarios, pero que no minara su carrera rumbo a la silla grande de Nuevo León, se cura en salud y se autodefine como “incorruptible”, claro, hasta que otro video escándalo diga lo contrario
A un par de semanas de que inicie formalmente la contienda electoral, se recrudece el ambiente político y este caso es apenas una muestra de lo enardecido que estará el camino hacia las elecciones del 2021.
El enemigo a vencer no sólo serán los opositores, el abstencionismo y la impericia de los políticos novatos, sino también la suspicacia del ciudadano común, que, a estas alturas de la vida pública, política y viral, ya no cree nada.
La infodemia que llegó junto con el coronavirus, es un mal latente, cancerígeno que en todos hace mella, si fue cierta o falsa la versión de la madrugada o es verídica su aclaración, eso ya no importa. ¿A poco Usted cree en la inocencia del Senador? ¿Es impoluto e incorruptible?
Estamos hartos de información, buena, mala y regular, seguimos confinados en casa y con sana distancia social, para muchos las redes sociales son el refugio perfecto para evadir el aburrimiento, la depresión y el cansancio de la cuarentena, ahí se desfogan egos y se alimenta la imaginación, pero igual consumimos productos chatarra, basura y ejemplos a no seguir, o productos de mejor calidad, que avivan la mente, que nutren el alma.
La pantallita del celular es en este momento nuestra única ventana al mundo, sin embargo, la delgada línea entre lo real y lo irreal es tan imperceptible, que pasamos por alto el filtro de la comprobación de datos, compartimos y damos me gusta a diestra y siniestra, sin analizar los efectos de la desinformación, por lo que hacemos más larga la cadena de contagio.
Como sea, Samuel seguirá con sus aspiraciones, su señora esposa, pasando por alto sus ofensas y el pueblo “bueno” como lo llama el presidente, tiene el poder de darle crédito o no, para qué siga metido en la política pública, tomando decisiones y definiendo el rumbo de esta sociedad que representa.