Mi manifiesto del 8 de marzo
Cinthya Barrón
A veces, cuando leo las noticias nacionales, no me parece que sea el año 2019. No puedo creer que siendo un país en el eterno sueño de llegar a primer mundo todavía se ponga en duda el derecho a decidir de las mujeres. No puedo creer que seamos un país con una riqueza cultural reconocida mundialmente y que sigamos hablando de feminicidios, impunidad y violencia contra la mujer.
No puedo creer que las mujeres, siendo la principal fuerza laboral de este país sigan sujetas a legislaciones que prefieren cerrar estancias infantiles y refugios para mujeres violentadas. No puedo creer que haya mujeres en los congresos votando a favor de leyes que lo único que hacen es un retroceso en materia de derechos humanos y empoderamiento femenino.
La decisión del Congreso de Nuevo León de penalizar el aborto es algo completamente anacrónico para este siglo. Y no solo eso, un estado que presume generar las mayores aportaciones a la federación pone el ejemplo que riqueza no siempre va de la mano con desarrollo.
Hoy, 8 de marzo de 2019 en pleno día de la mujer trabajadora es obligatorio tomar en cuenta que no somos la idealización de la madre, esposa, hija, de la fémina que el patriarcado ha inventado. Somos seres humanos que por el simple hecho de ser mujeres llevamos la desventaja en un país como México. Y aunque el panorama a veces se torna muy oscuro cuando leemos las cifras de feminicidios, violaciones, de brecha salarial, secuestros, violencia, aún con todo eso creo que las mujeres organizadas e informadas sobre sus derechos pueden, quieren y deben hacer un cambio.
Mi sueño es que me alcance la vida para ver nuevas generaciones de mujeres que puedan salir a la calle sin miedo, que estén en igualdad de oportunidades profesionales, que no se les exija ser madres ni esposas, que puedan decidir sobre su cuerpo y su vida. Espero ver generaciones de mujeres que vean como un asunto de la prehistoria la prohibición del aborto. Quiero que las próximas generaciones tengan plena consciencia de sus derechos reproductivos, que no haya negativas para la educación sexual en todas las edades. Recordemos que la lucha es por “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
Quiero ver mujeres empoderadas, libres, plenas y dichosas porque ellas serán las herederas del feminismo que a nosotras nos toca continuar y que espero nunca tenga conclusión.