Por Guadalupe Escobedo Conde
¿Vieron la foto de la firma del acuerdo por la educación, donde empresarios de medios comerciales ofrecen al presidente su “desinteresado” apoyo para sacar adelante el ciclo escolar?
Son de esas imágenes cotidianas que pasan desapercibidas, una y otra vez, postales gubernamentales que refrendan la realidad, excluir a las mujeres en la toma de decisiones. Puros señorones definiendo el rumbo de la nueva escuela mexicana.
En esta nueva programación educativa a distancia, no se tomó en cuenta a los educadores, menos a los padres y madres de familia de infantes y jóvenes que tendrán que aprender otra forma de aprender. Según la SEP no estarán solos, ya que para este planteamiento consideran la valiosísima colaboración de las mamás.
Ahí está el detalle, otra estrategia más de la política pública que se implementa sin perspectiva de género.
Las madres que tienen la oportunidad de estar confinadas en casa y realizar tele trabajo, están hábilmente compaginando su labor profesional con la domestica y los cuidados de hijos y enfermos en el hogar. Pero ahora tendrán que hacer malabares para capotear también el “Aprende en casa”.
Y peor aún, porque más allá de las limitaciones tecnológicas que presenta gran parte de la población, no todas las madres tienen el privilegio de quedarse en casa para el home office, según la estadística oficiales la mujer se emplea más es en el sector informal, donde no hay horarios ni concesiones para atender a los hijos. Otra estadística muestra que más del 30 por ciento de los hogares solo cuentan con jefa de familia y ella tiene que salir a trabajar, entonces ¿Quién será el facilitador del nuevo método televisivo? Ellas serán padre, madre y maestra a la vez.
Otro dato, que tampoco vieron los señorones que ingeniaron tal estrategia, es el incremento de la violencia intrafamiliar en la ya casi “bicentenaria” cuarentena, muchos niños son agredidos física y emocionalmente por su lento aprendizaje o pocas habilidades ante las metodologías educativas que a cada rato cambia el sistema, sí ya antes las madres se quejaban del exceso de tareas en casa, ahora encerradas, con miedo y el estrés, fácilmente perderán la paciencia y se justificarán con el arcaico adagio de “que la letra con sangre entra”.
Luego del rimbombante anuncio presidencial sobre el regreso a clases por televisión a partir del 24 de agosto, colectivas feministas como la Red Nacional de Refugios pide a la SEP que garantice una educación igualitaria para todas las niñas de zonas rurales y urbanas, que erradiquen las brechas de desigualdad, que implemente las acciones con perspectiva de género, de respeto a los derechos humanos y multiculturalidad, y que reconsideren la sobrecarga de los cuidados en las mujeres.
Ante la nueva propuesta educativa, es indispensable analizar el contexto de la pobreza, la brecha digital, y no seguir “invisibilizando la sobrecarga en las labores de cuidado que estas estrategias tiene en las mujeres”.
La fragmentada estrategia la están armando a contra reloj y aún hay muchas dudas, como el tema de uniformes, útiles y cuotas escolares.