Los contrapesos en el sistema de partidos mexicano

La dirigencia nacional del Partido Movimiento de Regeneración Nacional, Morena,
sigue en disputa luego de varios meses de controversias internas, que motivaron la
intervención del Poder Judicial, cuyo tribunal electoral decidió que fuera
seleccionada mediante encuestas, mandatando al INE a organizarlas. El último
episodio de la película, fue el denominado empate técnico entre dos de los
aspirantes en la segunda encuesta, cuyo desempate se deberá dilucidar mediante
una tercera encuesta que está en curso.

La intervención del Tribunal Electoral y sobre todo sus decisiones al respecto,
resultan polémicas e incluso contrarias al fortalecimiento de la vida pública nacional,
pues de inicio se violentaron los estatutos del partido, ya que en ellos no se
contemplaba la vía de las encuestas para designar a su dirigencia.

Por otra parte, para la realización de los estudios demoscópicos mediante los
cuales, primero se identificó a los aspirantes más conocidos y luego se indagaron
las preferencias sobre quién de ellos debía encabezar al partido, el INE deslindó la
responsabilidad en empresas privadas; a lo cual hay que sumar que se abrió la
consulta de manera indistinta a militantes y simpatizantes, autodeclarados como
tales, con el gran margen de error y dolo que ello posibilitó.

Cabe subrayar el agravante de que la deliberación programática e ideológica en el
seno del partido, que debió preceder a la elección de su dirigencia nacional, fue
menospreciada a favor de la selección del más popular, como si lo que estuviera en
disputa fuera la imagen del dirigente, es decir, la selección del personaje más
popular.

Frente a esta práctica que se ha ido imponiendo en la vida de los partidos políticos,
es menester reivindicar la importancia de la discusión pública sobre trayectorias
personales, sobre planes y programas de gobierno; la cual tiene una repercusión
directa en la cultura política, en la civilidad y en la construcción de los contrapesos
inherentes a todo sistema democrático.

De ahí lo cuestionable en el proceder del Poder Judicial al respecto, pues además
de abonar a los déficits que viene acumulando el modelo democrático, ha abierto la
puerta para que participen y arriben a ese instituto, personajes que no
necesariamente representan sus causas y programa de gobierno.

Más allá de filias y fobias ideológicas, al sistema político mexicano le urge la
presencia de un auténtico contrapeso al paradigma neoliberal hoy hegemónico, que
tanta desigualdad, violencia e inseguridad social ha generado en el mundo entero.
En el espectro ideológico mexicano, se echa de menos una alternativa que entienda,
asuma y organice de manera distinta la convivencia política, fortaleciendo la
deliberación pública de las ideas, replanteando al papel del representante político a
favor del protagonismo de los diversos colectivos, escindiendo la acción política de
la actividad meramente lucrativa.

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