Por Guadalupe Escobedo Conde
En el Foro Generación Igualdad que se desarrolla ahora mismo en París, Francia, se pide a las naciones que lidian de manera desigual con el Covid 19, visibilizar para atender con urgencia “una pandemia paralela e igualmente terrible” que amenaza a la mitad del mundo: la violencia de género, un flagelo que aumentó exponencialmente en esta emergencia sanitaria.
“Al amparo de la pandemia ha proliferado la misoginia violenta, desde la violencia domestica hasta la explotación sexual, la trata, el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y el acoso en línea” apunta Antonio Guterres, recién reelecto para otro período al frente de la Asamblea de la ONU.
Hoy se reconoce que el número de casos de violencia contra mujeres y niñas denunciados ante organismos de ayuda aumentaron un 83 por ciento del 2019 al 2020, mientras que las denuncias ante la autoridad judicial se elevaron un 64 por ciento. Y las llamadas a los números de emergencia se incrementaron un 60 por ciento tras la pandemia. Sobrepasando las estimaciones globales que tímidamente avizoraban un aumento del 40 por ciento de las agresiones contra las mujeres.
“La violencia contra las mujeres y las niñas se ha generalizado tanto que ahora se acepta que, de alguna manera, es inevitable o es imposible acabar con ella” refiere la ONU.
El evento mundial, que tuvo su primera sede en marzo aquí en México y que pasó de noche y se invisibilizó dentro de la agenda presidencial de la mañanera, tiene espacio abierto en Francia, donde Emmanuel Macron escucha atento el discurso de otros gobernantes y el de Guterres que enfático advierte sobre “una regresión inducida por varios líderes de movimientos políticos, económicos y religiosos de todo el mundo” por lo que sugiere revertir este retroceso que califica como “una batalla ideológica contra las fuerzas conservadoras”.
“La vergonzosa pandemia oculta que afecta a la mitad de la población mundial, es básicamente una cuestión de poder en un mundo dominado por los hombres y con una cultura patriarcal”.
La desigualdad en datos, indica que sólo 30 por ciento de investigadores en el mundo son mujeres; que las periodistas reciben más agresiones, amenazas y ataques físicos, verbales o digitales que sus pares masculinos; que las mujeres tienen 24 por ciento de probabilidades más de perder su trabajo que ellos, y reciben 50 por ciento de salario inferior por el mismo trabajo que los varones. Además, en esta era de la comunicación digital, 433 millones de mujeres en el mundo siguen sin acceso a internet. Ante esto la UNESCO reitera que todas las formas de discriminación por motivos de género violan los derechos humanos y obstaculizan la consecución de la Agenda de Desarrollo 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Para alcanzar la igualdad de derechos entre hombres y mujeres se precisa derogar muchas leyes discriminatorias, además de impulsar la paridad en todos los ámbitos, no solo en la administración pública, las mujeres son más de la mitad de la población mundial y sólo ostentan el 20 por ciento de los puestos de liderazgo. También urge la igualdad económica, laboral y de protección social, ellas siguen llevando toda la carga del cuidado, más ahora en la pandemia, y el objetivo fundamental de la agenda que se planteó hace 26 años en Beijing es detener la violencia de género y la domestica, por lo que se debe reconocer que existe y colocara en el centro de toda política nacional y mundial.
Tras este tristísimo panorama, es hora de pasar de las promesas a los hechos. Sin embargo, en México vamos aún más para atrás, en estos últimos tres años pasamos de 9 a 12 feminicidios por día, la violencia doméstica incrementó en más del 50 por ciento y las mujeres, que han sido las más afectadas por la pandemia, sufrieron la reducción de programas sociales. Es una falacia la promoción de familias fraternas, la realidad es que sufrimos un gobierno misógino y machista que hace caso omiso a las recomendaciones internacionales.