El proceso de globalización inherente al pensamiento neoliberal, que determina a la actual clase política hegemónica, ha propiciado que la humanidad enfrente hoy tres grandes problemas: 1) los fenómenos de exclusión social, que por ejemplo toman rostro con los hechos de migración masiva forzada, que en este momento vivimos en nuestro país; 2) la disolución de las relaciones sociales, atravesadas y fracturadas ahora por la virtualidad y la universalidad de lo digital, que irónicamente acaba por propiciar aislamiento, individualismo, insolidaridad, inmaterialidad; 3) la amenaza a la naturaleza ante la destrucción de los ecosistemas, la generación masiva de desperdicios, la cultura de lo desechable, inherentes a la sociedad de consumo global, impuesta por este modelo económico.
En ese contexto general habría que colocar e interpretar lo ocurrido en torno a la consulta sobre el nuevo aeropuerto internacional de México; convocada por el gobierno que oficialmente entrará en funciones el próximo 1 de diciembre, y celebrada el pasado fin de semana en el país, cuyos resultados, frente a las tres amenazas referidas, resultan alentadores.
Veamos: Del 1, 069, 870 participantes en la consulta, el 70% votó por la opción impulsada por el próximo gobierno, consistente en reacondicionar los actuales aeropuertos de la Ciudad de México y de Toluca, así como construir dos pistas en la base área de Santa Lucía; mientras el 29% prefirió la opción del gobierno que se va, consistente en continuar con la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco y dejar de usar el actual de la Ciudad de México. El 1% de votos fueron nulos.
Cabe subrayar que en todas las entidades federativas vecinas a la construcción y en el Estado de México, sede de la misma, ganó con claridad la primera opción, incluso en la entidad sede, el 64% de los participantes votó por la opción ofrecida por el nuevo gobierno. Cabe destacar dos casos: Guanajuato, porque la competencia fue más cerrada, y donde por cierto fue el único estado que Morena no ganó en la pasada elección presidencial; y Nuevo León, único estado donde ganó la propuesta de la continuidad, con una diferencia de 47 votos.
Decía yo que estos resultados representan un aliciente, pues la lógica mercantilista y depredadora inherente al proyecto de construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, constituye una expresión exacerbada de la idea neoliberal del crecimiento económico, que irremisiblemente ha implicado una gran concentración de capital y, por ende, una gran desigualdad social; en ese sentido, se puede decir que la continuación de ese proyecto, habría implicado ahondar las tres amenazas globales inicialmente apuntadas.
Me explico: La conceptualización del crecimiento económico desde la óptica del capitalismo financiero y especulativo, ha implicado históricamente convertir a las relaciones humanas en mercancías, intercambiables mediante el dinero; privatización de la riqueza social, es decir, socialización de costos y privatización de utilidades; así como una vasta acumulación de capital con una inequitativa distribución de la riqueza socialmente producida, que ha derivado en procesos de exclusión, violencia e inseguridad, sobre los que México tiene vastos testimonios.
A ello habría que agregar la profunda crisis del clima y consecuentemente de disponibilidad de alimentos para los más pobres, pues además de que se están erosionando suelos fértiles, y contaminando aguas y tierras, la lógica de apropiación y explotación irracional de los recursos naturales, para satisfacer intereses personales y de grupo, está normalizando hechos aberrantes, como que la producción de alimentos esté siendo desviada del consumo humano, hacia la producción de fuentes de energía, particularmente para la fabricación de combustibles para automóviles, de cuyas ganancias se apropian los hoy aterrorizados dueños de los mercados, ante los resultados de la consulta.
De modo que el rechazo popular a continuar la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, constituye una expresión diáfana de los límites a los que ha llegado la racionalidad del crecimiento económico, que sustenta a la lógica de la globalización neoliberal, individualista y hedonista. Es, asimismo, una expresión de rebeldía cívica ante la lógica y supremacía del mercado, que trastorna y atenta contra la soberanía del pueblo, esencia de todo sistema auténticamente democrático.