En Boca de Todos
Por Guadalupe Escobedo Conde
La salud es un bien esencial, el mundo se encuentra colapsado por la crisis sanitaria y no hay ningún viso optimista de que esto acabe pronto. Si aún no sabemos si salimos vivos de ésta, cómo es que ya están pensando en los votos, en fraudes electorales y en los fantasmas chocarreros que se aparecen en las urnas.
Hasta el día de hoy, al bicho que carga el Covid-19 no lo detiene nadie. La OMS dice que no se puede bajar la guardia ante la pandemia, que países que abrieron algunas actividades, deben cerrarlas de nuevo para intentar reducir contagios, porque no se consigue domar al monstruo que nos mantiene en el encierro.
Y hay dos aspectos importantes que deberían tomar en cuenta los gobernantes que les toca capotear este mal, uno es, la comunicación efectiva con la ciudadanía sobre lo que ocurre en la pandemia; el pensamiento científico que interpreta López-Gatell, no comulga con el discurso político del otro López, esto confunde a toda la población que de por sí está harta del confinamiento y debe enfrentar la incertidumbre sobre su salud, economía, educación y desarrollo social.
Otro punto importante que se tendría que atender con urgencia y atingencia, es precisamente el tema de salud pública, como un asunto de Estado, no se trata de una gripe, es verdaderamente una pandemia de grandes proporciones que dejará secuelas mayúsculas en todos los ámbitos.
Ante esto, la Organización Mundial de la Salud predice que todos los países deberán afrontar el delicado reto del equilibrio para proteger a la gente y al mismo tiempo minimizar el daño social y económico, “no se trata de una elección entre vidas y medios de vida. Los países pueden hacer ambas cosas”, ha dicho Tedros Adhanom Gebreyesus y pide a los jefes de Estado que sean cuidadosos y creativos en sus decisiones, porque “el mundo está aprendiendo por las malas que la salud no es un artículo de lujo, es la piedra angular de la seguridad, estabilidad y la prosperidad”.
También desde el exterior, le dicen a México que estamos a punto de entrar a una fase más peligrosa, es el embajador mexicano en la ONU, Juan Ramón de la Fuente que en su más reciente artículo pide que se haga caso a las alertas de la OMS, “se entiende el hartazgo de la gente, la presión política y las necesidades económicas, pero no hay que darle vueltas, el tema no está resuelto y no se ve para cuando” escribe en su planteamiento de la gravedad que enfrentamos.
Sin embargo, estas voces no son escuchadas por quien se plantea ser el “guardián” de elecciones vendieras, el obsesionado por el conteo del “voto por voto”, que lucha contra fantasmas de su pasado y se distrae con el futuro político.
En este presente que nos agobia a todos, el mundo sigue enfermo y a México se le acumulan los problemas: de salud, violencia, desigualdad social, crisis económica, feminicidios, temblores, campo abandonado, educación inhibida, en fin, se adelanta el reloj electoral y se invisibiliza lo que realmente importa. Primero es la salud, se decía. Sin salud no hay votos.