En Boca de Todos
Por Guadalupe Escobedo Conde
La primera dama de Nuevo León, Mariana Rodríguez no ha dejado de estar en tendencia desde que su marido inició la campaña por la gubernatura, ahora que comparte el poder con su esposo Samuel, sigue atrayendo las miradas, reflectores y opiniones hacia su persona, le guste o no a su marido, así será su mandato, aunque muy seguramente le sacará provecho.
Los cuestionamientos a los que está expuesta como figura pública han sido bien sorteados hasta el día de hoy, incluso ante el desatino de exponer un niño enfermo en sus historias, con todo y esto no hay día en que ella no trabaje en su imagen y en conectar con la gente. Algunos columnistas políticos varones analizan este fenómeno como nuevo, ya que mayormente se gesta desde las redes sociales.
Sin embargo, la estrategia del candidato o gobernante por mantener junto a él a una mujer que le gane popularidad no es nueva, ellos mismos han fraguado aquella frase obsoleta de: “detrás de un gran hombre una gran mujer”, que ahora los está rebasando. Y este fenómeno tampoco es nuevo, el poder siempre ha sido compartido, desde Carmen Romano, Paloma Cordero, Martha Sahagún, Angélica Rivera, Margarita o Beatriz.
Sobre Mariana, escriben que ha conectado con los jóvenes, que es el voto que otros políticos han menospreciado, que las redes sociales le han beneficiado, que su belleza y espontaneidad la mantienen en la cumbre y podría seguir subiendo como la espuma, es joven y tiene un futuro promisorio, es casi la mujer perfecta, pero solo tiene un defecto, es casada y le regaña su señor.
Precisamente la conocimos como víctima de un hombre machista, misógino y violento, que le ha dicho “facilona” “piruja” “baja esa pierna, estas enseñando mucha pierna, ya bájala” y “me case contigo pa´mí”, entre muchas frases más que han quedado para la posteridad colgadas en la red. Y más allá de lo público, en privado tampoco debe ser fácil la vida de la mujer que a temprana edad ha perdido un hijo y anhela la maternidad.
Pero más allá de conquistar al electorado juvenil o al que atiborra las redes sociales, la “Chavacana” fosfo, fosfo, como se etiqueta en sus perfiles, ha recibido la sororidad que el feminismo está empujando cada vez con más fuerza, ella no se ha declarado abiertamente feminista, sin embargo ha logrado despertar el interés de muchas mujeres que ven en ella la posibilidad de trascender en lo público, sin perder la sensibilidad ante los más vulnerables como lo son las niñas, niños y mujeres solas.
Quizás, ella no lo vio, pero también recibió el gran apoyo de la colectividad feminista cuando las agresiones verbales que le propinó su esposo se volvieron virales, lo que derivó en que él le pidiera disculpas públicas y prometiera hacer cursos de “prevención de violencia de género”, Samuel se reconoció como machista y misógino, ahora debe tener más cuidado, sabe que un mundo de mujeres lo vigila. Es ella, más que él y ya lo sabe.