Por Guadalupe Escobedo Conde
Trepados en el templete, de frente a la cámara, con las manos entrelazadas y arriba, de espaldas a la concentración masiva y con una gran sonrisa, es la estampa igualitaria de todos los candidatos en sus cierres de campaña, todos adjudicándose el título antes de tiempo. Ninguno se atrevió a innovar y vemos las mismas fotos, en el mismo formato arcaico de propaganda política.
En un ejercicio breve de evaluación de imagen, vemos que lo que intentan proyectar todos al unísono, es el poder de convocatoria, pero su fascia no comunicar nada. Abajo, al fondo de la fotografía no se distinguen los rostros de quienes acuden o los llevan para aplaudir a los artistas invitados, apenas se ven los colores de las camisetas y los banderines.
Los candidatos están llegando a la finalización de su proselitismo tan desgastados física y emocionalmente que ya ni animan a nadie, algunos incluso se bajan de la contienda y piden al ciudadano que vote por su contrincante, del cual hablaron mal, pero ahora declinan a su favor. Cosas permisibles en la política a la mexicana que solo confunden más e inhiben el voto.
Alianzas partidistas, que antes eran impensables, cambio de partido de personajes históricamente de otra ideología, muchos candidatos improvisados, declinaciones de uno y otro bando, y una guerra de declaraciones y memes que nada más distraen, es lo que nos deja el actual proceso electoral, en una era que se suponía diferente por el contexto de la pandemia y la mayor utilización de los medios digitales.
El covid, el encierro, el teletrabajo, la baja de actividad comercial y las clases a distancia nos obligaron a todos a cambios de hábitos repentinos para salvaguardar la salud y no ser parte de las estadísticas de contagios y muertes, que ahora nos dicen van de nuevo al alza. El mundo cambio o nosotros cambiamos el mundo, pero en la elite política todo sigue igual.
En tanto, la autoridad electoral que ha soportado los embates del poder, se mantiene ecuánime y pide al votante que también se mantenga digno y acuda a las urnas atendiendo los protocolos sanitarios que obliga la nueva normalidad. Que no se permite que nos gane el miedo, que no haya duda en nuestras instituciones y que sea el voto libre y secreto que fije el veredicto final de esta justa política.
Las horas siguientes son las últimas para los aspirantes a un cargo de elección popular, van a apelar a ocurrencias de último minuto, para llamar nuestra atención, lanzarán sus últimas arengas y luego se jugarán hasta el prestigio que muchos ni tienen, en las redes sociales, esa cancha virtual que cala tanto en la conciencia social y que no está regulada.
Nunca como ahora nos sobran promotores del voto y gratis, para uno y para otro postulante, y es que cada quien habla como le va en la feria y hay muchos apasionados de verdad que defienden hasta lo indefendible. Así se mantendrán vivas las campañas hasta el día de la votación, pasándose por alto la veda electoral, el tiempo para reflexión del voto ciudadano y el mismo día de la contienda.
La vía más directa con uno es el WhatsApp, pero también por Facebook, Twitter, Instagram y Tik Tok nos perseguirán los mensajes, audios, videos, fotos, memes, opiniones “expertas” con ecuaciones futuristas y advertencias de los bueno o malo que nos puede pasar dependiendo de lo que votemos.
Pero que nada mengue nuestra razón, es más, no peleemos en familia o con amigos por uno u otro político, al final ellos quedan como amigos o socios y el ciudadano común derrama bilis y gana enemigos. Cada quien su conciencia.
Dejemos que todos piensen, analicen, razonen y emitan el voto libre y secreto.