El contagio a nivel internacional por el virus Covid-19, que la Organización Mundial de la Salud ha colocado en el nivel de pandemia, es tema principal en la agenda de nuestro país, alrededor del cual el gobierno de la nación y varios estatales han emprendido un conjunto de acciones, encaminadas a intentar detener la propagación del virus en nuestro territorio.
Como lo comenté semanas atrás, la evidencia científica disponible permite establecer que se trata de un virus de fácil contagio pero de letalidad variable e incluso no alta, salvo para las personas que por su edad o precaria condición de salud, sean proclives a enfrentar complicaciones mayores; no obstante, el nivel tan alto de especulación alrededor de la enfermedad, está propiciando una parálisis a nivel mundial sin precedentes, lo que conmina a realizar un análisis más amplio.
Desde hace varios años el modelo económico neoliberal ha venido dando muestras de agotamiento y, por ende, de una irremisible recesión global, que se ha evidenciado en las cíclicas disminuciones de las tasas de crecimiento en diferentes economías.
Cabe registrar la saturación de los mercados con mercancías que disponen de una vida efímera, pero con un costo en ascenso, que simultáneamente permiten una mayor acumulación privada de ganancias y, una creciente generación de desperdicios altamente contaminantes.
En ese sentido, otra señal alarmante para la sobrevivencia humana, constituye la ruptura irreversible de los equilibrios en los diversos ecosistemas del planeta, ante su sobreexplotación y depredación, que viene provocando sistemáticos desplazamientos humanos, migraciones masivas, desempleo, precariedad laboral, marginación y pobreza.
Por lo cual no deja de extrañar que el Ejecutivo Federal esté celebrando la noticia de que grandes capitalistas de este país, a los que tildaba de mafia en el poder, realizarán nuevas inversiones en los sectores minero y de hidrocarburos, que implican abonar al mismo modelo económico depredador; sin que en contraparte, se estén impulsando alternativas netamente locales de desarrollo industrial, que permitan ir revirtiendo nuestro papel de economía dependiente.
Asimismo, habría que subrayar que el modelo neoliberal bajo la supremacía de la lógica del mercado y su mito de autorregulación, posibilita amplios márgenes de especulación económico financiera, que agudizan los niveles de informalidad, defraudación, corrupción e impunidad.
Contener el caos social que está derivando el dogma económico neoliberal, de mantener altos niveles de concentración de utilidad en pocas manos, requiere de acciones globales que permitan desarticular la organización popular, los movimientos sociales, la reflexión colectiva; lo cual contribuye a explicar que como en una guerra mundial, se estén generando climas de opinión con altas dosis de violencia, de tensión y de miedo, que justifican la presencia de gobiernos más militarizados, pues como ya lo advertía Foucault: mayor inseguridad justifica mayor represión.
A pesar de la exhortación desde la ONU a no aprovechar este contexto mundial para conculcar derechos humanos, la respuesta social que se está propiciando y esperando es la pasividad, el conformismo, el aislamiento, asumidos como acción responsable ante la pandemia.
De modo que ante la amenaza que se expande, ya se están girando instrucciones al respecto prácticamente en todos los ámbitos de gobierno, ponderando el interés por la sobrevivencia individual, sin que medie reflexión ni análisis colectivo mayor sobre las repercusiones sociales.
Será cuestión de semanas, tal vez de algunos meses, para que se encuentre el antídoto al virus, de hecho China, donde se originó éste, ya habla de su control total; las grandes empresas trasnacionales que como siempre no pierden, habrán diseñado nuevas estrategias de mercado, las bolsas de valores retomarán sus márgenes de ganancia, mientras las clases trabajadoras seguirán enfrentando una realidad de menor bienestar y más violencia, bajo este modelo económico que sólo se habrá reciclado a fin de seguir privilegiando las grandes ganancias para muy pocos.