Inmunizada

Por Guadalupe Escobedo Conde

                                       

 

Me siento privilegiada. He sido vacunada contra el Covid-19, dentro de la jornada de vacunación en México donde se contempla vacunar a cerca de 120 millones de personas, pero apenas se ha logrado inmunizar a 11 millones, comenzado por personal médico, adultos mayores, maestros y administrativos del sector educativo. Va lento y a cuenta gotas el método que inicio en diciembre del año pasado.

 

A la vez, me siento apenada que se me haya dado la oportunidad a la que todos deberían acceder a la brevedad, la vacuna como la protección de la salud es un derecho universal, sin embargo, la estrategia del gobierno federal es la que está determinando los tiempos, dosis y hasta marcas de la vacuna que le tocarán a mexicano. Falta muchos médicos, ancianos, personas con discapacidad, menores enfermos y trabajadores de actividades esenciales y la pandemia no cede.

 

Más allá del tramité oficial de la inmunización, mi encuentro con la vacuna anhelada ha sido muy esperanzador. Por principio sorprendió el anunció de la inmunización a todo el personal del sistema educativo, aunque la coincidencia con el inicio de las campañas nos lleva a pensar que no fue casual, pero eso no aminora el beneficio.

 

La espera de tres horas para ingresar al Poliforum valió la pena, adentro el esmero del personal del Tecnológico de Ciudad Victoria y elementos de la SeDeNa, dieron el toque de humanización que afuera no demostraron los organizadores de las largas filas que se armaron por cientos de maestros que no respetaron el calendario dispuesto en orden alfabético.

 

Desde que inició la Jornada Nacional de Sana Distancia, el 23 de marzo de 2020, han pasado 432 días, como casi todo el mundo, a la primera alerta por la emergencia sanitaria implemente el protocolo del distanciamiento social, el lavado frecuente y óptimo de manos, el uso de cubre bocas en todo momento en las escasas salida a espacios públicos y ante todo me he mantenido en casa. Y ya inmunizada no cambiaré mis hábitos, es importante que mantengamos las nuevas reglas de la normalidad actual.

 

Cuando la comunidad científica anunciaba los primeros hallazgos de una vacuna, creí que mi ciudad estaría muy lejos de una fase de vacunación, entonces no me hice ilusiones ni me preparaba para recibirla, pero ahora que mi cuerpo la ha aceptado satisfactoriamente me siento agradecida, primero con los científicos que como en ninguna otra era han trabajado a contra reloj para sacar la biológico que genera inmunidad adquirida, y también con todo el ejercito de personas que han dedicado días extenuantes para atender a los impacientes que aceptan ser inmunizados. Aun no comprendo, la negatividad de algunas personas para no acceder a las vacunas, son una gran oportunidad de vida.

 

Sobre las disímbolas reacciones identificadas como efecto de la vacuna, me tocaron algunas muy agresivas, fiebre, dolor de huesos, piel y cabeza, 24 horas intensas de malestar físico y emocional, que así como llegaron de pronto desaparecieron para dar paso a una sensación de bienestar, consciente de que aunque no nos blinda al cien por ciento de la enfermedad, puesto que ninguna vacuna lo hace, si nos ayuda a continuar en esta nueva realidad, es un elemento más que se agrega para prevenir una enfermedad que nos cambió la vida.

 

 

 

 

 

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