Por Guadalupe Escobedo Conde
Muchos recordarán la frase icónica de Alex Lora: “Mamá prende la grabadora, estoy en la tele”, sobre todo las madres y padres de familia que ahora tienen hijos egresando de la universidad y que ahora verán las graduaciones de sus hijos vía Facebook, Zoom o en YouTube, con la ventaja de que todas las ceremonias quedarán grabadas en la red y la desventaja de no tener permiso para fiestas. Toda una innovadora experiencia que nos obliga a entender los tiempos actuales.
El virus, sí, sigamos hablando del coronavirus que llegó para quedarse y nos gobierna en todo, ha hecho que las graduaciones que muchos vivimos con toga y birrete, con un lleno total en el teatro Juárez de Cd Victoria, con flores y mariachis, ya no sean las mismas. Los profesionistas de este presente tuvieron que terminar su carrera apurados por el cambio, pasaron de clases presenciales a las virtuales. De pronto un mal día cerraron sus aulas y siguen encintadas hasta ahora, como recordatorio de que no pueden meterse en un salón 50 jóvenes y un maestro.
El fin de cursos representa ahora toda una experiencia mística, desde los preparativos hasta la emisión del evento, programa, guion de conducción, presentación de autoridades, pase de lista de egresados, reconocimiento a los sobresalientes, agradecimiento a las madres y padres de familia, acompañamiento de maestros y autoridades, todo el protocolo y el sentimiento a flor de piel, porque nadie puede negar que las graduaciones de universidad son como una dolorosa despedida de la vida joven, de la convivencia estudiantil, la novia o novio de juventud, los amigos que por más de cuatro años se convirtieron en familia, y algunos lo seguirán siendo a pesar de la distancia. Sin embargo, la alegría queda un tanto contenida por el distanciamiento físico, todo se presencia en las pantallas.
Las graduaciones del 2020 quedarán grabadas para la posteridad, no sólo en la evocación de los egresados y sus familias, sino en la memoria digital, que todo lo guarda y se lo queda perennemente. Son históricas porque dan cuenta de la nueva normalidad, de los nuevos modelos educativos y la adaptación de los jóvenes a los tiempos que les toca vivir.
Así para la posteridad, queda registrada cada graduación, organizada con toda la sobriedad de un evento presencial, con todo respeto para los estudiantes y sus familias, con todo cariño y esmero de sus maestros y con sentimientos encontrados, la nueva realidad nos obliga al distanciamiento social, así que no hay abrazos, ni fotos grupales, ni apretones de mano al momento de recibir la constancia de egresado, pero si hay palabras de aliento, por principio, el reconocimiento a los propios estudiantes que cambiaron sus hábitos, son los primeros migrantes de presencial a virtual, aplausos también para los maestros que con empeño y dedicación han estado a la altura de lo que demandan los nuevos tiempos de enseñanza.
Los egresados de la universidad en este ciclo, se ahorran el vestuario, maquillaje y zapatos para la ocasión, no habrá banquete masivo, sin embargo, tendrán mucho que contar de la actual contingencia, son sobrevivientes del cambio intempestivo que nos impuso el virus, ahora ya nada es igual.
Seguramente, en tiempos mejores, contaran a generaciones futuras de esta transición, de los masivo a lo íntimo, del regreso a lo familiar y a lo cercano, de la revaloración de la vida más allá del bullicio de un baile, de la importancia de no quedar en el intento y sobre pasar los retos. Muchos de los hoy graduados llevaron una carrera con más cambios que en ninguna época reciente, son supervivientes al cambio. Salen profesionales para una vida productiva y mejores seres humanos por la emergencia que obligó a cancelarles la fiesta.