Por Guadalupe Escobedo Conde
“El sexismo y la misoginia, que son factores dominantes en la censura de género, se han agudizado con el surgimiento de fuerzas populistas, autoritarias y fundamentalistas en todo el mundo” nos advierte la relatora especial sobre la promoción y protección de la libertad de opinión y de expresión, Irene Khan.
La experta en derechos humanos, integrante de un panel de independientes y voluntarios que investigan y aportan datos para el sistema de la ONU, presentó su más reciente informe donde destaca que la violencia de género, el discurso de odio y la desinformación se están utilizando en lo público y lo privado, en la vida cotidiana, para suprimir las opiniones de las mujeres.
Alerta que, en lo más extremo, se aplica la violencia sexual para acallar expresiones de inconformidad contra morales patriarcales y “los Estados no respetan, protegen, ni cumplen con el derecho igualitario de las mujeres a la libertad de opinión”.
“La censura de género es tan generalizada que la igualdad de género en la libertad de expresión sigue siendo un objetivo lejano”. Muy lamentablemente.
El estudio aplicado a nivel mundial, revela los retrocesos de los pocos logros que se habían alcanzado en materia de igualdad de género, tras la pandemia por Covid 19, ratifica lo que otros organismos ya han denunciado sobre el aumento de manera alarmante de la violencia doméstica y la perdida de trabajo para las mujeres que debieron quedarse en casa para cuidar de niños, enfermos y la familia.
En el apartado de que analiza las circunstancias actuales que enfrentan periodistas, defensoras de derechos humanos, activistas feministas y políticas, se sustentan ataques para intimidarlas o silenciarlas, tanto en redes sociales como en la vida pública, lo que sus derechos y una democracia inclusiva. Algunas de estas mujeres han denunciado amenazas físicas y psicológicas, por expresarse o tener un liderazgo.
Las voces femeninas siguen siendo “reprimidas, controladas o castigadas explícitamente por leyes, políticas y prácticas discriminatorias e implícitamente por actitudes sociales, normas culturales y valores patriarcales” nos cuenta la relatora al denunciar los ataques a las defensoras de las garantías fundamentales de las mujeres en todo el mundo. Y México no es la excepción, con la pandemia que no cede, las mujeres ven más socavados sus derechos y pese a los reportes catastróficos, no hay un plan de Estado, que mejore el rumbo. Populismo y misoginia aquí parecen líneas paralelas.