Por Guadalupe Escobedo Conde
“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera” escribió el poeta chileno Pablo Neruda; más adelante, el español Joaquín Sabina afirmó que “El verano acabó, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno”. Hoy en el equinoccio de otoño del pandémico 2020, el planeta nos rememora el inexorable tiempo.
A la par, los líderes mundiales se reúnen en video conferencia enlazados por la ONU para celebrar, sin festejar, los 75 años de la Naciones Unidas y la Asamblea General anual, llega el otoño a esta región del hemisferio, otra estación climática del año en cuarentena, en el confinamiento casero que no permitió asolearnos en verano y que muy seguramente no nos dejará ver los atardeceres de esta temporada más allá de nuestras ventanas, encerrados hasta que pase el inverno, es además es lo que nos sugieren los médicos.
El tiempo vuela, pero, así como no se impide la llegada del otoño, la política mexicana no detiene su curso, estamos apenas arrancando proceso electoral, circunstancia propicia para amotinarse en los escenarios mediáticos, amontonar las protestas y las participaciones políticas. Ricardo Anaya anuncia su regreso triunfal, porque ya lo pensó mejor y considera que es precisa su intervención en la guerra que viene; grupos privilegiados suben de tono su manifestación para pedir espacio en el zócalo capitalino, que al paso quedará chico para tanto inconforme; las feministas no se bajarán de la lucha social y pronto saltarán más personajes, asociaciones, partidos o políticos que nos venderán sus “buenas intenciones”.
No tarda en regresar Elba Esther, Rosario Robles y los del nuevo viejo PRI. Veremos más cartas dirigidas a la opinión pública, más videos, mensajes de audio o de texto, muchas más fotografías del ayer o del ahora, que demuestran que en la política todo se vale.
Así de caótico, más lo que se la acumule, recibe México el equinoccio de otoño, durante este suceso cíclico el día y la noche tienen la misma duración, inicia la estación de las cosechas y la migración de las aves, los árboles cambian su vestimenta, son momentos propicios para la reflexión, son tiempos de transición, sin embargo, la vida pública y política nos apura y no podemos apreciar bien este ciclo de la naturaleza.
Algunos significados espirituales se asocian con la muerte en esta época el año, por eso se marchitan y caen las hojas, contrario a la primavera cuando renacen las flores. Dicen los esotéricos que en este momento cósmico se registran cambios físicos y psíquicos en las personas. Y como ya no estaremos más expuestos a la luz solar, se verá afectada nuestra energía y ánimo. Como si a los mexicanos nos faltará algo que socavara nuestro ánimo.
Las noticias agobian, nadie en esta era, está exento de éstas, no hay forma de huir de las mañaneras, de los avisos de ocasión de los que regresan por más, de los opinantes enojados y los mensajes que alientan la división.
Mientras que los representantes de los países fuertes participan elocuentes en la ONU, el presidente López Obrador en dos minutos 32 segundos de su video, no le dice nada al mundo, desaprovecha la oportunidad y promete que en México se respira la libertad de palabra, de creencia, de vivir sin temores, con justicia y sin miserias. Que seguiremos siendo muy nacionalistas y que “viva la fraternidad universal”.
Como que no escuchó el mensaje de Antonio Guterres, que más realista nos recuerda que estamos en crisis, que “Covid -19 no es sólo una llamada de atención, es un ensayo general para los desafíos mundiales que están por venir”, que se debe reconocer “que un virus microscópico ha puesto de rodillas al mundo” y en este escenario, fracasó el populismo y el nacionalismo que empeoraron la situación. Pidió guiarnos por la ciencia y aceptar la realidad.
Bienvenido otoño, nada más no nos sorprendas.