Cinthya Barrón
Los estudiosos de la historia y las ciencias sociales señalan que los siglos y las épocas no se miden cuantitativamente. Las fechas solo son referencias, lo que importa son los procesos históricos. Sin embargo hoy, 30 de noviembre de 2018, termina una época para México. Enrique Peña Nieto deja de ser Presidente de la República y con él se va un grupo de poder y políticos cuyas decisiones y operaciones dejan muy mal al país. Como ciudadana me hubiera encantado ver que la nueva administración investigara a estos políticos y empresarios que han sangrado al país, sin embargo la cuarta transformación no solo trae redención a los ex príistas, también trae perdón para todos los que van de salida.
En esta ocasión no hablaré de los enormes desvíos de recursos, de las desapariciones forzadas, de las excepciones fiscales a beneficio de unos pocos, los altos índices de inseguridad, los feminicidios o los sonados casos de corrupción con los que se cerró el sexenio porque para ello tiene muchos memes e infografías que ya circulan en redes como calurosa despedida a Peña Nieto. Yo de lo que quiero hablar es de la situación en la que deja a Secretaría de Cultura.
Enrique Peña Nieto recibió Conaculta, un organismo que nació en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y que se encargaba de la cultura a nivel nacional. En 2015 este organismo pasó de ser un Consejo a ser una Secretaría, lo cual en teoría daría mayor autonomía y beneficios a los distintos departamentos de cultura que existen en el país. Me tocó ver este cambio, sin embargo los sueños y las promesas de fortalecimiento de los programas artísticos y culturales de la recién estrenada Secretaría de Cultura se quedaron en el discurso ya que los últimos tres años han sido desastrosos para la comunidad cultural.
La razón es muy sencilla: poco a poco se fueron recortando los recursos hasta dejar a programas y festivales en la orfandad. No solo eso, los recortes a becas y pago a artistas por cursos y talleres se vieron considerablemente afectados. Al momento que escribo estas líneas hay un fuerte reclamo en redes hacia Secretaría de Cultura por no cumplir con los pagos a profesionales y proveedores. El sexenio de Enrique Peña Nieto no solo nos deja con un mal sabor de boca a los ciudadanos, también deja varias deudas por pagar y contratos que cumplir.
A la nueva administración le toca sortear deudas que no contrajeron, le toca sortear una secretaría que nació en medio de un sexenio caótico. Aunque el equipo de Andrés Manuel López Obrador presuma una postura progresista y quizá una buena voluntad cultural, veo muy crítica la situación en la que recibe a la Secretaría de Cultura. Tan crítica que algunos pronostican un borrón y cuenta nueva, lo cual no me extrañaría dado el proceder del gobierno entrante. Lo que me llena de temor es pensar que en esa “limpia” paguen justos por pecadores.
El primero de diciembre de 2018 todos vamos a estar a la expectativa, algunos monitoreando el precio de los combustibles y las divisas, otros observando tasas de interés y movimientos en la bolsa, otros tantos estarán haciendo la política como se acostumbra en estos tiempos: con memes. Y otros estaremos monitoreando esta parte de los programas de gobierno que aparentemente no son tan importantes pero que resultan imprescindibles para los tiempos que vivimos: el apoyo a la cultura y el desarrollo artístico.
Por último quiero mencionar que aunque Andrés Manuel López Obrador no es de mi simpatía, deseo vehementemente que esté a la altura y sepa dirigir esta nación que tiene todo para ser un gran país. Como ciudadanos debemos ser críticos y señalar errores, pero también debemos tomar en cuenta que los aciertos no son en beneficio de una figura, son en beneficio para México.