Día de muertas

Por Guadalupe Escobedo Conde

 

Aunque envalentonadas cantemos que “la vida no vale nada” o jugueteemos con la “flaca” a lo largo de nuestra vida, la verdad es que la muerte nos cala hondo, pero preferimos disfrazar el dolor y encarar las pérdidas con buen semblante, nuestras tradiciones obligan y nos marcan la celebración de la memoria de los que ya han muerto.

 

En México, todos los días son día de muertos, pero hoy el cempasúchil, pan de anís, mezcal e incienso nos recuerdan que debemos honrar de manera especial a nuestros difuntos, aunque la costumbre sea trastocada por el coronavirus. Hoy no visitaremos los camposantos, nos los han cerrado para que no sigan recibiendo más muertos por esta pandemia.

 

Las muertas de ciudad Juárez, los muertos de Calderón, los de Peña o los de Gatell, todos los caídos en desgracia tienen una etiqueta, pero tenían una vida íntima y no son sólo estadística. Este 2020 lo cerraremos con más de cien mil muertes, según las estimaciones de quienes aman los números.

 

Pero son cientos de miles de familias fracturadas, en duelo, rotas, padres y madres que lloran la pérdida de sus hijos o los hijos huérfanos, a quienes no les bastarán los tres días de luto nacional decretados para visibilizar el tamaño de la tragedia.

 

Cada quien carga con la pena de la muerte de un ser querido, como puede, como le ha marcado su tradición familiar o cercana, algunos encuentran consuelo entendiendo la naturaleza humana, “ya descansa en paz” “sufrió mucho su enfermedad” o “ya estaba bien grande”.  Sin embargo, ninguna muerte es igual a otra, como tampoco lo es el vació que deja, hoy muchas madres lloran por sus hijas e hijos, están muertas en vida, buscando pistas para encontrar a sus desaparecidos.

 

En esta conmemoración atípica las colectivas feministas montan altares especiales por los feminicidios, esa muerte que recién se ha tipificado para nombrar a quien es asesinada por el simple hecho de ser mujer. Todas las muertes duelen, no cabe la menor duda, pero hay algunas que no debieron ser. Por eso la lucha de las activistas que nombran a muchas, porque lo que se nombra, se reconoce y no se olvida.

 

Las cifras oficiales documentan, que en medio de la pandemia el feminicidio va al alza, hasta el mes de agosto de este año suman 2 mil 240 asesinatos de mujeres, esto es más del 3 por ciento que el mismo periodo del año anterior y de estos sólo 566 se reconocen como feminicidios.

 

 

#DíaDeMuertas, el 3 de noviembre, es el nuevo movimiento virtual, que no saldrá a las calles porque piensan en el bien común y respetan los protocolos sanitarios, pero son padres y madres que desde su casa y a través de las redes de la colectiva “Voces de la Ausencia” estarán nombrando a sus muertas, hijas, hermanas, madres, tías, que fueron víctimas de feminicidio, que no son parte de un altar tradicional porque no se murieron, las mataron.

 

La pandemia no empaña la conmemoración de Día de Muertos, pero la historia nos llama a cambiar el sentido a nuestras vidas. Si saldremos más humanistas de esta crisis mundial, ojalá que seamos más sensibles ante el dolor de los otros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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