Axolotl Blues
Cinthya Barrón
Cronofilias
De un tiempo a la fecha mido el tiempo en cuenta regresiva. Ejemplo: me levanto, veo el reloj y pienso “faltan 13 horas para cerrar la jornada laboral”, en cuanto a las fechas pienso “faltan tantos días para que paguen”, “faltan tantos meses para terminar clases”, “faltan tantos años para jubilarme”. No sé si eso sea un síntoma del cansancio de la edad adulta, pero desde que mido así el tiempo éste pasa volando. De pronto es fecha de cierre de mes, informes y declaraciones al SAT. Ya no vivimos el aquí y el ahora, el Carpe Diem latino se convirtió en un plazo a meses sin intereses. El concepto tiempo es muy diferente a como lo pensábamos en la infancia.
En mi caso el tiempo ya no solo es un concepto de duración, el tiempo es quizá algo tan preciado como la salud o la vida misma. Cuántas cosas no intentamos por falta de tiempo, cuántas cosas hemos abandonado porque ya no disponemos de tiempo. Con gracia y un tanto de tristeza le digo a mis cercanos que si tan solo el día tuviera cuatro horas más, mi vida y de seguro la vida de muchos tendría otro sentido.
Ignoro si en la literatura alguien haya escrito sobre el tiempo como una riqueza alternativa, si alguien ha tomado el concepto de tiempo como un tipo de moneda donde exista algún banco de tiempo al cual podamos llegar y comprar tres, cuatro horas extra para añadir a nuestro día. Imagínese, tanta gente trabajaría contenta por comprar ese tiempo a su día, cuántas amistades se podrían hacer, cuántas relaciones familiares se podrían retomar, cuántas parejas se podrían encontrar.
De tener un poco más de tiempo habría muchos escritores con una obra extensa. Si el tiempo fuera generoso tendríamos grandes deportistas que también van a la oficina, artistas que combinan la creatividad con el biométrico del trabajo y familias que pueden platicar al terminar la cena. La prisa sería ocasional y quién sabe, la puntualidad podría llegar a ser de lo más natural.
Lamentablemente no existe un día de veintiocho horas, sorteamos nuestro breve día para cumplir con los deberes y, tal vez, ser felices.
Este 2019 me propuse optimizar mis planes, ya no se trata de abarcar mucho, sino de trazar ciertas metas realizables y sobre todo necesarias. Una de ellas es guardar un poco de tiempo para mi y para las personas que quiero. Contestar mensajes de antaño, hablar con mis familiares, poner una taza de café de por medio entre mis amistades y yo. Quiero hacer del tiempo mi amigo y cómplice, quiero desterrar la cronofobia de mi larga lista de pretextos y, aunque suene a cliché gastado, disfrutar y aprovechar el momento.