Cinthya Barrón

Cinthya Barrón

Matrimonio igualitario    

 

El mes de junio se reconoce como el mes del orgullo LGBT (lésbico, gay, transexual) que culmina con marchas y celebraciones del orgullo gay el 28 de junio. Como la mayor parte de los días de conmemoración por la lucha de derechos de minorías, el origen del día del orgullo gay se remonta a junio de 1969 en Nueva York cuando después de una serie de disturbios en Greenwich Village por las continuas redadas de los policías a bares y centros nocturnos que recibían a la comunidad homosexual, se formaron los primeros grupos activistas que lucharon y promovieron los derechos de la comunidad LGBT en Estados Unidos.

Ahora, a cincuenta años, el orgullo y la lucha se gritan más fuerte. Ya no solo es reconocer la existencia de la comunidad gay, también es coincidir en igualdad de oportunidades, derechos, libertades y situaciones legales. De ahí que en México uno de los temas principales de la agenda LGBT es el reconocimiento legal del cambio de identidad nacional de acuerdo a la identificación de género sin importar el sexo y el matrimonio igualitario para que dos personas del mismo sexo puedan casarse y tener igualdad de derechos que un matrimonio heterosexual.

El 27 de junio de este año se sumó Baja California Sur a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, con ello suman ya 18 de los 32 estados en la República Mexicana en reconocer constitucionalmente el derecho a establecer una igualdad de condiciones conyugales para todos. Y aunque el Estado está obligado a proporcionar una legislación que incluya a todos los ciudadanos me asombra que aún haya personas que se opongan rotundamente al matrimonio igualitario, argumentando recursos bíblicos y morales que promueven la discriminación y la homofobia. Para mi sorpresa, porque ya no estamos en el siglo XIX, esta semana vi varias publicaciones en oposición al matrimonio igualitario, publicaciones que fueron compartidas vehementemente por usuarios conservadores.

Rebecca Solnit en el ensayo “Elogio de la amenaza. Qué significa realmente igualdad en el matrimonio” habla del cambio de paradigma que supone el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y es que con ello no solo es reconocer una igualdad de derechos para la comunidad gay, es también poner sobre la mesa una idea de matrimonio en el que no existen las jerarquías que históricamente han puesto al hombre como figura dominante y a la mujer en el rol sumiso. Visto de esta manera que dos personas del mismo sexo contraigan matrimonio representa un cambio en el significado del matrimonio tradicional ya que no hay roles impuestos, cuando una pareja del mismo sexo contrae matrimonio pone en igualdad y libertad las condiciones maritales. Con ello es abolir la heteronormatividad y dar un respiro a la unión de las parejas, ya sea homo o heterosexuales. Y eso es un beneficio que nos atañe a todos y el cual también suma a la deconstrucción de la tradición machista que durante siglos ha impuesto cargas enormes a los hombres y yugos pesadísimos a las mujeres.

Toda lucha de minorías termina beneficiando a un colectivo. Toda lucha que sea en contra de la desigualdad y promueva los mismos derechos y libertad de elección es una lucha que debemos apoyar hasta que ya no sea un tema de debate ni polémica, sino una garantía individual establecida para todos en la Constitución.

 

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