Cambiar los modelos de consumo

Cambiar los modelos de consumo

Cinthya Barrón

 

Escribo mis columnas desde una computadora que tiene varios años conmigo. Para los usos que le doy, considero que mi equipo se encuentra en óptimas condiciones para seguir operando al menos tres o cuatro años más. Lo mismo sucede con mi teléfono celular, que encontré a muy buen precio hace tres años y que pese a no ser de una marca reconocida a la fecha rinde igual que los celulares de alta gama que se encuentran en las tiendas.

Menciono estos ejemplos porque resulta que en esta campaña contra los plásticos y la satanización de los popotes no se ha tocado el tema de la basura electrónica, esa que la publicidad y las tiendas nos seducen a comprar compulsivamente de acuerdo a las actualizaciones y novedades que año con año anuncian las compañías.

Pongámoslo en cifras: un celular tarda entre 5 y 7 mil años en degradarse. Solo en México, en una cifra del 2018 el INEGI reportó que 64.7 millones de mexicanos tienen un Smartphone. Si multiplicamos la cantidad de celulares solo en México por los años que tardan en degradarse vemos un número que pone casi en cadena perpetua a la tierra. Nuestra tierra.

El incendio de una gran extensión de territorio del Amazonas es lamentable además de alarmante. Mientras veía las imágenes satelitales y las fotografías de los habitantes reclamando lo que le han hecho a su reserva me pregunté, aquí, desde mi trinchera ¿qué podemos hacer? ¿Dejar de comer carne? ¿Pedir mi refresco sin popote? ¿Llenarme de bolsas de tela que luego serán desechadas por otras bolsas de tela más bonitas? Observé mi celular. Ahí estaba una de las tantas (posibles) respuestas.

Este pobre planeta tiene más habitantes de los que puede soportar. El precio que se está pagando por ello es alto: escasez de los recursos naturales, cambios drásticos en el clima, extinción de especies endémicas de ciertas regiones, desequilibrio en los ecosistemas. Yo no soy experta en el tema, pero si de algo me he dado cuenta es que ahora tenemos más información ambiental al respecto y nos preocupamos más que nuestros padres, sin embargo también hemos crecido en un modelo de consumo que lo mismo se se preocupa por el planeta que se llena de productos innecesarios y nocivos para la tierra.

Veo a mi celular y mi computadora, me siento satisfecha de mis equipos. No necesito más. No tendría por qué necesitar más. Parte de la consciencia ambiental es también desafiar los modelos de consumo a los que nos acostumbraron. En nuestras manos está no enfermar más al planeta, parte del cambio está en no dejarse llevar por el canto de las sirenas de la tecnología y saber distinguir cuando un producto es un capricho o una necesidad.

No podemos ir al Amazonas a tratar de detener el fuego, lo que sí podemos hacer es cambiar nuestros hábitos de consumo, que lo de los popotes y las bolsas de plástico sean solo el inicio de un cambio que nos beneficie a todos, especialmente al planeta.

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