Así no, Claudia

Por Guadalupe Escobedo Conde

 

Algunas feministas sostienen que todas las mujeres lo somos, que unas entienden el movimiento a partir de una experiencia dolorosa que las hermana con otras víctimas, otras lo hemos aprendido a partir de entender el contexto de la violencia machista, de todos modos, a todas nos llega la hora.

 

Si 9 de cada 10 hemos recibido algún tipo de agresión del patriarcado, lo más sensato es que nos unamos para combatirlo, sin embargo, algunas se resisten a visibilizarlo, también son víctimas. Así el caso de Claudia Sheinbaum que ya se promociona a nivel internacional con aspiraciones presidenciales, pero claramente no está del lado de las mujeres.

 

En entrevista exclusiva con El País, obedece los lineamientos de imagen que le sugieren los expertos en moda y la colocan en una portada muy “femenina”, con estilo casi de princesa y una mirada tierna. Pero sus palabras crean disonancia cognitiva, no comunican lo mismo.

 

Se confiesa antifeminista, para no incomodar a su jefe, se le va al cuello a las mujeres que recientemente han desquiciado la CDMX con las protestas, hartas de la violencia feminicida, no las entiende.

 

No entiende porque una mujer que ha sido violada esta enojada, porque una que ha perdido a sus hijos anda en pena, porque una acosada grita o porque otra que sufre violencia institucional patea un monumento. Claudia no ve el país feminicida que todas vemos. Sufre Gaslight y ve solo lo que su patrón, López Obrador pregona: Tenemos el primer gabinete federal paritario. ¿Y de que nos ha servido eso en estos tres años?

 

“Claudia y el futuro de México”, se titula el reportaje de Javier Lafuente que se acompaña con la fotografía de Ana Hop para el diario español, en las primeras líneas describe a la Jefa del Gobierno capitalino como una activista social, que empatiza con las causas justas y que desde niña anhelo un mundo mejor, sin embargo entre líneas se lee que ni es feminista, ni entiende el movimiento, ni ganas tiene de empatizar con las causas de las mexicanas y así quiere ser la primera presidenta del país.

 

“O sea, yo no me voy a agarrar de las manos de cualquier mujer, de cualquier partido político, independientemente de lo que piense del país, solamente porque sea una mujer” “Hubo manifestaciones que quemaron librerías, para mi eso es fascismo” textual, dicho en boca de una mujer.

 

La entrevista a modo fue duramente criticada por analistas políticos ya que no se le cuestiono el impacto de la pandemia, ni la línea 12 del metro, o su reciente derrota electoral, tampoco se fijaron mucho en las malas respuestas, a las preguntas sencillas sobre el feminismo.

 

Ella no es la primera mujer que debió masculinizarse para alcanzar un puesto de poder, antes que ella algunas como Rosario Robles, Elba Esther Gordillo o Beatriz Paredes han estado insertas en cargos claves para hacer avanzar la agenda feminista, pero no lo hicieron, como si tuvieran el síndrome de Estocolmo están al servicio de sus partidos políticos, mayoritariamente machistas.

 

Las aliadas de ellos son una piedrota en las botas de las feministas, un muro que también se debe derribar, porque no permiten avanzar más rápido en la defensa de los derechos de las humanas, por eso así no, Claudia. En política como en lo personal, si no es sorora, ahí no es.

 

 

 

 

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